LA OTRA MIRADA SOBRE BUENOS AIRES

Karim Makarius, hijo del artista y fotógrafo egipcio Sameer Makarius, repasa la vida y obra de su padre, quien inmortalizó con sus fotos una mirada particular sobre la Buenos Aires de los años ´50 y ´60.


 

En estos últimos tiempos, la obra fotográfica del artista Sameer Makarius fue revisitada a través de distintas exposiciones. Una de ellas es “La imagen generosa de Sameer Makarius”, que está compuesta de fotos acerca de la vida cotidiana de nuestra ciudad, y que podrá conocerse hasta este 11 de noviembre en el Museo del Cabildo (Bolívar 65). Otra de ellas es ¿A dónde vamos, Buenos Aires? Una invitación fotográfica, por Sameer Makarius”, una muestra itinerante que hasta el 30 de septiembre podrá visitarse en el bar “El Federal” (Carlos Calvo 599), pero que girará por distintos bares notables porteños hasta fin de año. Para sumergirnos mejor en el “mundo Makarius”, hablamos con su hijo Karim, quien recorrió con nosotros la vida y obra de su padre.

- ¿Cómo definirías a tu padre como fotógrafo?

- Mi padre no se consideraba un fotógrafo, sino un artista. Era un pintor, un innovador. Hizo películas experimentales, y fotogramas en el laboratorio. Él consideraba que esa era su parte creativa. Su obra fotográfica, que muchos hoy valoran, no era lo que a él más le entusiasmaba. Pero muchos artistas de las décadas del cincuenta al setenta lo tenían a mi padre como su fotógrafo, sumado a las fotos que sacaba en sus recorridas…

- ¿Cómo encaraba su trabajo tu padre?

- No había un recorrido fijo, recuerdo haberlo acompañado a la Feria de San Telmo y a La Boca. Pero era muy bohemio… Hizo trabajos comerciales para SIAM, a cambio de una heladera, y para el Banco de Londres. También sacó fotos en 1961 en un Matadero, que para mí son muy significativas. Él no usaba trípode ni flash, la mayoría de los fotógrafos de esa época trabajaban así, salvo Grete Sterne y Annemarie Heinrich, que trabajaban en estudio. Lo que se hacía en la calle era totalmente espontáneo, y se lo denominó “Street fotography”. Él no buscaba algo en especial de antemano, sino que caminaba y miraba.

- ¿Puede ser que su condición de inmigrante le haya permitido aportar esa mirada tan particular sobre Buenos Aires?

- La mirada de un extranjero es importante, pero no sólo de ese elemento estaba compuesta su mirada… Mi viejo decía que cualquiera podía sacar una foto, ya que sólo había que saber manipular el aparato y conocer la parte técnica. Él tenía además esa mirada artística que le permitió captar al barrendero en su quehacer cotidiano. Pero sí, muchos porteños recorren la ciudad y no reparan en su entorno cotidiano. Y la etapa de fotógrafo de mi padre coincide en gran parte con la época en la que estaba conociendo la ciudad.

- ¿Qué podés contarnos del recorrido vital de tu padre?

- Nació en El Cairo en 1924, en el seno de una familia pudiente y perseguida, y fue educado en Berlín entre 1930 y 1940. En el ´45 empezó a estudiar pintura, y se vinculó con la vanguardia artística de Hungría. Durante la guerra pudo escaparse a Suiza en un camión de la Cruz Roja (mi abuela era judía), y conoció a Max Bill, que refugió a muchísima gente. Él era un pintor constructivista muy importante, y le organizó una muestra en Zurich. También le presentó al fotógrafo Werner Bischof, que era del grupo Magnum, un grupo de fotógrafos internacionales conformado por reporteros de guerra en el que estaba Henri Cartier- Bresson y Robert Capa, entre otros. Él le propone sumarse al grupo, pero rechaza esa oferta (lo que fue un gran error) porque decidió volver a Egipto en 1951. Luego del golpe de Estado contra el Rey Faruk, mi padre decidió huir (ya con mi madre) hacia Argentina, porque tenía parientes que desde antes de la guerra estaban aquí. Aquí no conocía el idioma, no tenía un peso, y no conocía la ciudad. Vivió, hasta que se murió en 2009, en una casa en Florida, lo cual ayudó a conservar su archivo, dado que en las mudanzas se suele perder material



- ¿Cómo se compone la obra de tu padre?

- Al momento de morir mi padre había obra pictórica y fotográfica (copias de época y negativos), que nos repartimos con mi hermana. A mí me quedaron veinte mil negativos, cuatro mil copias de fotos y 250 obras pictóricas que se repartieron. Lamentablemente en Argentina no hay instituciones con la seriedad y el presupuesto como para poder conservar un archivo fotográfico. A mí me llevó mucho tiempo y esfuerzo la clasificación, pero era la única forma de valorizar su obra. Y un archivo de un fotógrafo es muy importante para la historia de un país, porque te muestra la evolución de la gente y su ciudad, la evolución de la arquitectura o su degradación…

- ¿Cómo crees que trabajaría hoy tu padre?

- Si viviera hoy no sacaría fotos, sino que estaría pintando. Ya no sacaba fotos desde los años setenta, tal como hizo Horacio Coppola, que dejó de fotografiar en los años cuarenta… Yo creo que eso tiene que ver con una cuestión histórica. Tanto uno como otro se habrá dado cuenta de que no tenían nada más que mostrar con una cámara de fotos… La fotografía subjetiva, que buscaba retratar las imágenes cotidianas desde una mirada distinta, había pasado para ellos como una etapa cumplida de sus vidas. Tuvieron que cultivar su otra mirada artística, pero mediante canales alternativos de expresión.

 

-       “¿A dónde vamos Buenos Aires?”: cafés y bares porteños a través del lente de Sameer Makarius” - Compuesta por fotos principalmente de bares, se podrá visitar hasta el 30 de septiembre en el segundo piso del bar El Federal (Carlos Calvo 599). Luego recorrerá otros bares notables de la ciudad.

-       “La imagen generosa de Sameer Makarius” - Compuesta por fotos acerca de la vida cotidiana de nuestra ciudad, podrá visitarse hasta el 11 de noviembre en el Museo del Cabildo (Bolívar 65).


Foto 1: Vista de un bar en La Boca (Sameer Makarius, circa 1959).
Foto 2: Karim Makarius (E.J.T., 28 de agosto de 2022).

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