EL TRANVÍA HISTÓRICO

 


Casi dieciocho años después de que el último tranvía corriera por las calles de Buenos Aires, su figura volvería a pasearse por la metrópoli, como demostración de que aquella imagen nunca se había borrado de la memoria de los porteños.

Fue la Asociación Amigos del Tranvía (AAT) la que encaró la tarea de realizarlo, y no cejó hasta convertirla en realidad.

Fundada el 16 de julio de 1976 por un grupo de aficionados dispuestos a reivindicar para el tranvía el puesto que le correspondía en el ámbito del transporte urbano nacional, se propusieron entre otras metas, tanto la de devolverle a Buenos Aires su tranvía, cuanto la de concientizar al público sobre lo que este vehículo ha sido y es hoy en día en el campo del transporte mundial.

Ardua y penosa fue la tarea. Ninguno de entre los cientos de coches que quedaron en las estaciones había sido guardado. Hubo que empezar de cero, sólo contando con la esperanza de colaboración de la empresa Subterráneos de Bs. As., que prometió facilitar el circuito que posee en Caballito, así como también lugar en la estación “Polvorín”, ubicada sobre el mismo.

Deterioradas e incompletas, quedaban algunas carrocerías, en algunos casos desfiguradas por su posterior destino; pero partes motrices, controles, motores (en fin, lo principal): nada de nada. Todo había sido chatarreado.

Ante la imposibilidad de rescatar un coche nacional en Buenos Aires, se salió en su busca al Interior, donde el panorama fue el mismo. Sin desfallecer, se cruzaron las fronteras en pos de algún coche similar a los nuestros. Así fue como partió una delegación hacia Montevideo, luego a Asunción del Paraguay, donde por entonces algún “Tassara” de Buenos Aires circulaba todavía, pero que esa misma condición de estar aún prestando servicio, hizo imposible la recuperación.

Finalmente, fue la empresa “Serviço de Transportes Colectivos do Porto”, de Portugal, la que accedió al pedido. Se trataba de una compañía que tenía la particularidad de utilizar y mantener, aún en servicio, coches adquiridos a la misma fábrica de la que se proveía nuestra conocidísima y recordada “Compañía Lacroze”. Fue así como el coche 258, modelo Brill-32, fabricado en 1927, fue adquirido y aceptado en compra por la AAT para afectarlo a su proyectado “Tramway Histórico de Buenos Aires”.

Hechos los trámites, vino el coche, debiéndoselo someter a las reformas propias para su adaptación visual exterior al modelo de su similar porteño (…).

El gran día se fijó para el 15 de noviembre de 1980 a las cuatro de la tarde. Sería el homenaje de la Asociación Amigos del Tranvía a Buenos Aires en sus cuatrocientos años. Eran ya las tres y aún los muchachos de la asociación seguían dando término a los últimos detalles. Aquello era ya rayando con lo pintoresco: no había ni tiempo ni dinero para pagar a un pintor letrista y fileteador. Qué hacer… Bueno, pues se decidió recortar letras y números en papel amarillo y pegarlos al coche con engrudo de harina y agua…

Sobre la hora de aquel bochornoso día, ya estaba el frente de la estación cubierto por una ansiosa muchedumbre, al igual que embanderado el recorrido desde allí hasta Rivadavia, lugar en el que habría de hacerse la ceremonia inaugural.

Fue entonces cuando se desencadenó un copioso chaparrón que, lejos de aguar el festejo lo ratificó, ya que nadie se movió. ¡Fue lo más emocionante! Todos permanecían allí, firmes en sus puestos (…) hasta que apareció el tranvía entre los vítores y aplausos de aquellos estoicos añorantes, que deseaban estar allí a pesar de todo, para dar su bienvenida al vehículo que tanto extrañaban (…).

Y así comenzó a andar el tranvía de nuevo en Buenos Aires. Desde entonces, todos los sábados y domingos largas filas se han formado para viajar y recorrer el circuito de las calles Emilio Mitre, Rivadavia, Hortiguera y Directorio*.

AQUILINO GONZÁLEZ PODESTÁ

 

*Extraído del libro “Los tranvías de Buenos Aires” (AGP)

Foto: Viaje inaugural del tranvía histórico (15 de noviembre de 1980, AAT)

 

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