SI LOS FANTASMAS HABLARAN…













La antigua quinta de los Lezica, cuyo casco principal se ubicaba en el actual parque Rivadavia, fue sede de diversas historias de tinte fantasmagórico. Ya en 1924, el periodista Juan José de Soiza Reilly decía en la revista “Mundo Argentino” que “…la imaginación popular teje allí leyendas de muertos que pasean. Almas del otro mundo que sollozan de noche, entre los árboles… Espíritus que tiritan de dolor entre los yuyos. Cadáveres. Fuegos fatuos…”. Pero en ese momento también se desarrollaba un asunto más terrenal en torno a ese sitio, ahora céntrico, de nuestra ciudad. La Municipalidad de Buenos Aires negociaba la compra de la quinta con los diez herederos de Ambrosio Lezica con el fin de transformarla en parque público. Dicho proceso venía de larga data, al menos desde de muerte Lezica acaecida el 3 de diciembre de 1881. Y el acuerdo entre las partes distaba de concretarse debido a la discrepancia en torno al valor del inmueble.

Todo este panorama se ensombreció aún más con el reclamo de la señora Luisa Blanche P. de Fabre, quien pedía para ella y sus dos hijos la propiedad de la quinta en su calidad de herederos de Antonio Ancely. Su querella en Tribunales databa de principios del siglo pasado, pero cobraba relevancia por las negociaciones mencionadas. “Nuestro pariente Ancely, propietario de esas tierras, era un hombre medianamente rico. Emigró de Francia con dinero. Lo empleó en comprar a bajo precio, cuando nadie compraba, manzanas de terreno en los alrededores de la capital. En la época de Rosas, el Caballito era como es hoy la Patagonia. Sembró viñas. Los mismos viñedos que con tanto orgullo mencionan los Lezica… Ancely se enriqueció hasta hacerse millonario. Su fortuna se calculaba en catorce millones de pesos en moneda antigua. Vivía solo. Tenía ochenta años. Sus parientes estaban en Francia…” explicaba misteriosamente Blanche P. de Fabre.

En 1846 Ambrosio Lezica había adquirido (de manera irregular según los herederos de Antonio Ancely) las tierras que entonces se conocían como los “villorrios del francés”, incluyendo las que contenían los famosos viñedos que se ubicaban próximos a la actual calle Rosario. Entre 1868 y 1870 cultivó diversos árboles frutales, además de arrayanes, araucarias, cipreses, magnolias y laureles. La rareza de la quinta era el eucaliptus que el entonces presidente Domingo F. Sarmiento le había obsequiado a Lezica, ya que en ese momento existían sólo siete ejemplares en el país.

Cuando la epidemia de fiebre amarilla azotó el centro de la ciudad en 1871, toda la familia Lezica se mudó al Caballito. Y el francés de los viñedos, que por entonces seguía visitando la quinta, cayó poco después en desgracia: “Una noche, Antonio Ancely apareció muerto de un tiro en la garganta. Fue asesinado en un banco de la misma quinta, donde ya vivían los Lezica. La fecha del crimen fue el 8 de abril del año 1874… Nadie ha dicho nada de este crimen. ¡Misterio!” expresó finalmente la presunta heredera, quien además denunció que al menos en dos ocasiones Ambrosio Lezica había enviado emisarios para que su familia renunciara “a la herencia de su tío Antonio Ancely por la heredad del Caballito”.

Respecto al trágico destino del francés se tejieron distintas hipótesis. Algunos creen que un empleado de la quinta le disparó porque lo confundió con un criminal. Pero hay que destacar que se sabía que Ancely solía aparecer de improviso en sus antiguos dominios. Para unos, debido a que sufría de senilidad. Para otros, porque mantenía un amorío con una habitante del establecimiento. En este punto ahonda Juan José de Soiza Reilly: “Según se dice, Antonio Ancely festejaba, a pesar de sus ochenta años, a una distinguida señorita que vivía en cierta quinta del mencionado barrio. Se ignoran detalles. Pero es lo cierto que Ancely fue asesinado, en lo que hoy conocemos por la quinta de Lezica…”. Cuesta creer que una persona de la edad que tenía el francés entonces lograra trepar la reja que daba a la avenida Rivadavia sin ser reconocido, y que además su visita tuviera fines delictivos. De cualquier forma, la prensa se hizo apenas eco de este suceso. Sólo el diario “La Prensa” del 10 de abril hizo una breve reseña del hecho, abonando la teoría del ladrón abatido. Sin siquiera citar el sumario correspondiente ni informar la identidad de los implicados en el hecho. Tal vez para evitarle un disgusto al poderoso dueño de casa…

Lo cierto es que el reclamo de la señora Luisa Blanche P. de Fabre no prosperó ante la Justicia. Y en diciembre de 1927, la Municipalidad dictó la ley de expropiación de la quinta Lezica para crear allí un parque público. Los litigios con los herederos de Lezica le demandó m$n 9.200.000 a la Municipalidad, pese a que inicialmente la familia había ofertado m$n 4.300.000. El 17 de julio de 1928, el intendente Horacio Casco y el presidente Macelo T. de Alvear inauguraron el parque Rivadavia. Atrás quedaban los antiguos crímenes y las viejas disputas que encerraba la quinta: si los fantasmas hablaran…

 

Fuentes consultadas:

-De Soiza Reilly, Juan José: “¿Quiénes son los verdaderos dueños de la famosa quinta de Lezica, en el Caballito?”, en: Revista “Mundo Argentino” N° 710, 27 de agosto de 1924.

-D´ Angiolillo, Julián: “La Desplaza. Biogeografía del Parque Rivadavia”, Bs. As., Asunto Impreso Ediciones, 2006.

-Sidoli, Osvaldo Carlos: “El barrio de la veleta. Historia del Caballito”, Bs. As., Honorable Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, 1996.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
en los años 70 era un oscuro bosque. si había añejos eucaliptos, entrada la década se realizó la remodelación sacando los arboles y otros se secaron ... o los secaron.