EL BAJO NIVEL A LINIERS DEL VIEJO F.C.O.


Foto: www.historiamoron.wordpress.com

El bajo nivel (a Liniers), que la misma empresa del F.C.O. ofreció construir en el año 1914, era una obra práctica que habría repercutido en beneficio de la empresa y de la nación. (...) Vino luego la guerra europea y el transporte febril a que se vio obligado el F.C.O. durante los cuatro años, le hizo desistir de los trabajos, que hubieran entorpecido el tránsito de sus trenes. Luego, los intereses de los accionistas hicieron desistir insensatamente de la ejecución de la obra, y obraron los milagros que influyeron para dar la razón al F.C.O., postergando “sine die” los trabajos, perjudicándose en esta forma no solamente el F.C.O. sino también, y esto es lo más doloroso, a la Capital Federal, que debe soportar hoy en su mismo centro geográfico la rémora que implica el latifundio que está cerrando ocho calles, cuya obstrucción mantiene anquilosado a uno de los más florecientes barrios... (...)
Yo se, (..), que mientras estuvo en Buenos Aires en 1927 uno de los directores de la empresa, se encaró el asunto de la velocidad de los trenes y la dificultad que entrañaba para ella las líneas a nivel. (...)
Sin embargo, las empresas ferroviarias en combinación con las tranviarias, están haciendo lo imposible para que el gobierno encare con urgencia la cuestión del transporte, que según ellas, las perjudica enormemente, pero no piensan que ellas, con su empecinamiento egoísta, fueron las causantes del mal que sufren y de cuyo sufrimiento culpan hoy injustamente a otros. (...)
La estación Once y las líneas del F.C.O. son las que más perjuicio causan a la población, pues enclavadas en el mismo centro de la ciudad, entorpecen el tráfico entre el norte y sud perjudicado enormemente a la población. Yo he pensado más de una vez lo interesante que sería calcular el tiempo y la energía que se pierde en las barreras de los ferrocarriles a la espera del paso de los trenes...

Fuente: “Un interesante reportaje al señor Lorenzo Astianetti” (Revista “La Zona” N° 56, 20 de octubre de 1935).

Comentarios