EL SUTIL ENCANTO DE UN VIEJO PASAJE


Vista del Pasaje Bernasconi en 1977 (Foto: “Guía cultural de Buenos Aires” Nº 85 -junio de 1977-).

En las ciudades modernas reina la circulación de bienes y personas. Este movimiento constante moldea silenciosamente el hábitat urbano y hasta nuestra propia personalidad. Pero a diferencia de las avenidas y calles transitadas sin pausa, los pasajes permiten entrever el territorio sepultado bajo el asfalto. Cuentan los queridos viejos del barrio que el pasaje Bernasconi era uno de esos sitios donde La Pampa bonaerense mostraba algo de su encanto oculto.
El pasaje Bernasconi era una arteria no oficial que nacía en Rivadavia 4893, entre Campichuelo y Florencio Balcarce. Y si bien no tenía salida, presentaba un acceso lateral a la calle Yerbal. Lo había mandado a construir José Bernasconi en 1905, quien dos años antes había comprado un palacete frente al Parque Rivadavia. Su propósito fue permitir el acceso a las primeras casas de departamentos del barrio, edificadas hacia el lado norte de su propiedad, casi sobre Yerbal. Un paseo imaginario por este pasaje, llamado popularmente “alemán” debido a la nacionalidad de muchos de quienes vivían en las casas mencionadas, nos permite ver unas fachadas que muestran los rigores del tiempo. Algunas viviendas poseen pequeños jardines con alambrados cubiertos de trepadoras. Otras, estrechas puertas de hierro a través de las cuales se observa la empinada escalera que conduce al primer piso. Continuamos avanzando y, ahora por la izquierda, desembocamos a la calle Yerbal, que termina en fondo de saco luego de subir tres peldaños. Sin embargo, el pasaje que mentamos continúa unos metros más hasta un viejo alambrado cubierto por una enredadera, que lo separaba de la trinchera del ferrocarril.
Un muro de color rosado patinado separaba el pasaje de la mansión de Bernasconi, que había sido habitada por Julio A. Roca cuando ésta pertenecía a G. Heinz Clausen. Allí se frustró en 1881 la primera comunicación telefónica en el país, y tuvo su sede la farmacia social de la Unión Obreros y Empleados Municipales hasta que la casa fue demolida en 1958. Entonces también desaparecieron las dos primeras edificaciones del pasaje, una de las cuales la ocupaba una biblioteca pública, y la otra (en el piso alto) había sido habitada por el pintor Antonio Berni. Con ellas se perdió el indicador metálico que colgaba de la fachada del primer edificio, y sobre cuya superficie se escribía la numeración de las casas y el apellido de sus respectivos habitantes. Ese vacío prohijó un descampado agreste al comienzo del pasaje, donde crecían los matorrales bajo un coro de cigarras. Pero al seguir por la acera angosta se volvían a divisar las casas de techos inclinados a dos aguas, desde donde descendían las antiguas canaletas de desagüe. Finalmente, en 1978 la demolición de las casas que aún quedaban en pie hirió de muerte al pasaje Bernasconi, que dejó de existir en mayo de 1981. Atrás quedaron algunos de esos colores, olores y sonidos que les dan identidad a las barriadas como la nuestra. De todos modos, tenemos el recuerdo que nos transmiten nuestros mayores, y la tarea de descubrir este tipo de espacios singulares en el Caballito de hoy.

Fuente:
-“Los ignorados pasajes de Buenos Aires” (Eduardo Luís Balbachán).
-“Guía cultural de Buenos Aires” Nº 85 (junio de 1977).
- “El barrio de la veleta. Historia del Caballito” (Osvaldo C. Sidoli).
-“La amistad de algunos barrios” (Ricardo M. Llanes).
-Revista “Caballito Regalado” Nº 13 (marzo de 2006).

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Que hermoso recuerdo yo naci Ahy en año 72 tengo algunas fotos de esos años Saludos
Caballito Regalado ha dicho que…
Qué bueno que te haya gustado, y agradecemos tu interés. Si tenés ganas de compartir tus fotos, escribinos a caballitoregalado@yahoo.com.ar
Saludos, y gracias de vuelta por tu aporte.