RECUERDOS DE LA ABUELA BEATRIZ


Llegué en el ´55, y encontré un barrio de casitas y quintas. Un lugar que daba idea de campo. En Aranguren, entre Hidalgo y Acoyte, había un tambo. Recuerdo que un señor mayor salía por la tarde, cuando bajaba el sol, a vender leche. Llevaba su vaca con un ternero y un banquito donde sentarse. Tomábamos la leche recién ordeñada, y nunca nos pasó nada. También se vendían pavitos por la calle. El vendedor que las iba llevando tenía un ganchito para cazar al que elegía el cliente. Donde ahora está el hospital Municipal, antes había una quinta que tenía una laguna llena de patos. (…)
Cerca de mi casa me contaron que, sobre la calle Neuquén, vivió Roberto Arlt. El trayecto que él hacía todos los días era caminar desde Neuquén al 300 hasta la calle Río de Janeiro. O sea, iba desde su casa a la antigua redacción del diario “El Mundo”. Ese tramo de Neuquén llevó durante un tiempo el nombre del escritor. Cuando llegué al barrio en el ´55, una tía de Arlt ocupaba esa casa. (…)
Para Navidad las familias de la cuadra armábamos una mesa larga sobre Ambrosetti, antes de llegar al antiguo puente de “fierro”, cerca de la carnicería de Tito. Todos colaboraban con lo que podían y se armaba una cena que duraba largo rato. También había baile, porque alguno sacaba su tocadiscos Winco. Se escuchaba mucho tango y milonga, pero más que nada boleros….

Beatríz de Papatollo
(Extractos de una entrevista que salió publicada en la edición Nº 2 de nuestra publicación -febrero de 2005-)


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