LA CONQUISTA DE AMÉRICA*

La fundación de Buenos Aires (Ricardo Carpani).
Aquella primera y lejana mirada con la que Europa descubrió a América, creyó encontrar deformidades de lo humano y lo natural en todo lo que no se le asemejara ni le resultara asimilable. A partir de esa visión comienza la negación del otro, quien ya no será asumido como tal sino como un estado inferior e imperfecto de nosotros mismos. La conquista de América, desgraciadamente, conlleva el estigma de esta negación. Para España fue 1492 el año de la expulsión y el descubrimiento. Expulsados los judíos y derrotados los moros, eliminada la heterogeneidad interna, un hombre sin patria, Colón, “descubrió” un continente sin más contenido, (...), que los animales, las plantas, la riqueza y el paisaje. La heterogeneidad fue interpretada en función de los valores de los recién llegados, por lo tanto, quienes hablaban en una lengua distinta ni siquiera hablaban, quienes adoraban a otros dioses no los tenían y quienes amaban de diferente manera no eran capaces de amar. (...) Las nuevas tierras, como proclamó un soldado de la conquista, les ofrecía que “en lugar de azadones, manejarían tetas, en vez de trabajos, cansancio y vigilias, placeres y abundancia y reposo”.
En su increíble carrera para justificar la matanza colectiva, los animales y el territorio de América fueron, también, objetos del menoscabo. (...) Así Buffon, Kant y Hegel “concibieron a América como el territorio de la inmadurez, de la fatalidad geográfica y la pura marginalidad irredimible. Territorio en el que hasta los pájaros cantan mal, porque no lo hacen como la alondra”. (...)
Sustentados, además, en ciertas afirmaciones teológicas de que los indios eran amentes, como los calificara el Papa Pablo III en 1537, “faltos de razón como para considerarlos integralmente humanos -según Alcira Argumedo- el patrón señorial reproducirá a lo largo de los siglos una contundente distancia con las capas sociales oprimidas. En este marco, la deshumanización y el exterminio no podían considerarse como una afrenta a Dios. Por el contrario, muchas veces se hacían necesarios...”. (...)
Otro atributo cultural de los nativos era la ausencia de propiedad privada como ocurría en “occidente”, que los españoles -y luego los ingleses- consideraban natural a la civilización. (...). El mismo Charles Darwin en 1833 expresó respecto de nuestros Yámanas que eran los hombres más desgraciados del mundo a causa de la perfecta igualdad que reina entre los individuos. Le parecía imposible que mejore el estado político de Tierra del Fuego mientras los pueblos que la habitaban no adquieran la idea de propiedad, que permite la superioridad de unos sobre otros. No como hasta ahora que “nadie puede ser más rico que el vecino”.
ALBERTO MORLACHETTI

*Extracto de un texto publicado originalmente en “Suplemento especial Nº 2”, distribuido por la Agencia de Noticias Pelota de Trapo (septiembre de 2005).

Comentarios