FLORIDA, UNA FANTASÍA FRESCA



Como una ráfaga entran a la librería que arde, con el aire acondicionado descompuesto, dos chicas divinas con un muchacho que seguro no es novio de ninguna. Tienen unos veintipico, son de los clientes más difíciles porque no saben ni pista de lo que quieren. Sólo les falta el sombrero de paja y la cámara; arriesgaría que son de Colombia o de algún lado del Caribe. Antes que yo lo note, la más linda ya tiene “Los pilares de la Tierra” de Follet en las manos. “Pícara, la tenés clara, porquería de la buena te encontraste”, le hablo en mis adentros. Qué diferente la realidad de ese pibe a la mía, de vacaciones con esas dos bellezas. Pero de qué le sirve, esos ademanes de Wilde yo los conozco. Ahora me doy cuenta de que estoy trabajando hace seis días; en mi franco voy a quedar de cama y después de vuelta al ruedo. “Algunos nacen para esclavos otros para amos”, decía Platón en “La República”. Entonces saco seguridad de donde no la tengo y encaro a la otra, que anda a la deriva, con el “¿te puedo ayudar?” de rigor. Me responde cortante que está mirando, por lo que vuelvo a mi rincón a ordenar los clásicos. Recuerdo los viejos tiempos de felicidad, cuando descubrí a Flaubert perdido en una estantería de la flamante Zival’s en los noventa; melancólica Madame Bovary, aún conservo el olor de esas hojas finas y levemente amarillas, parecía hecha para mí… La chica me viene a buscar despertándome, como si yo hubiese pasado una prueba al no insistirle, y me dice: “Bueno, pensándolo bien, sí, me podés ayudar. Una novela, de fantasía fresca, busco”.
Una novela de “fantasía fresca”. Entro en una especie de pánico y mientras busco nervioso por los recovecos oscuros donde no hay nada, de una punta a la otra de los anaqueles, trato de armar en mi cabeza, qué se supone que es ese nuevo género literario o producto extraño. ¿Tendrá que ver con alguna de esas aberraciones de Cris Morena for export y no me enteré? Voy al sector “juveniles”, descarto las de vampiros, de dragones y zombis. Las de hadas no puede ser; veintipico tienen. Si sólo vendiera ropa o bebidas… pero tengo libros, creo voy a llorar. ¡Lo tengo, Eureka!: “Frío”, se llama, tiene la cara de una chica con hielos en la portada. Contempla la tapa en ambas direcciones, deja pasar las hojas con el pulgar rápidamente. Su veredicto: “No, ésta no, muchas palabras tiene, gracias”.
La otra chica ya había abonado y salen. Me quedo paralizado mirándolos partir. El muchacho corre tras ellas, lo dejaban olvidado al caniche. Queda claro quienes mandan; ardua debe ser la convivencia con esas princesas. Así es la calle Florida, un zoológico de lo más colorido*.

LUCIO P. FANTINI

* El autor es un librero del barrio que publica sus escritos en: http://losescritosdelucio.blogspot.com.ar/

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