EL PRIMER DESAPARECIDO

"Un grito que estremece: Vallese no aparece" (J. J. Harb, 1964).
Jueves a las once y media de la noche en Canalejas 1776. Felipe Vallese, de sólo veintidós años de edad, es sorprendido por una patota policial al mando del comisario Juan Fiorillo. El muchacho, que en los duros años de la resistencia peronista había aprendido a reconocer la cara del terror uniformado, intenta resistir pero los golpes son muchos y se lo llevan rumbo a la comisaría 1° de San Martín. Poco tiempo después, aquellos mismos cobardes le arrancarían la vida a golpes de picana. El 23 de Agosto de 1962, Felipe Vallese se convirtió en el primer detenido– desaparecido peronista de la historia argentina.
Felipe Vallese nació el 14 de Abril de 1940. Su padre, un verdulero italiano afiliado al Movimiento Peronista de los Extranjeros, tuvo que sostener a su familia por una aguda enfermedad mental que aquejaba a su esposa. Y a medida que la situación económica va haciendo estragos, decide la internación de Felipe en un orfanato de Mercedes, provincia de Corrientes. De regreso a Buenos Aires, el entonces puber ayuda junto a su hermano Ítalo en el negocio familiar, pero al tiempo vuelve a Corrientes a ganarse la vida en las cosechas de algodón y lino.
En esos días oscuros, sin embargo, un fuego agita su corazón: la lucha por los obreros, los pobres, los débiles se convierte en la razón de su vida y de su muerte. Ya en 1957, Felipe divide su tiempo entre la escuela nocturna y la fábrica TEA, donde es elegido delegado gremial pocos meses después de entrar a trabajar. En 1958 participa de movilizaciones estudiantiles en favor de la enseñanza laica, y es expulsado del colegio. Ese mismo año conoce la cárcel de Caseros por organizar un paro. Luego de unos meses de libertad, vuelve a la cárcel por apoyar la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre. En una asamblea de la Juventud Peronista se hace amigo de Gustavo Rearte, joven peronista revolucionario, y recorren juntos el camino de la militancia.
En julio de 1962 en un operativo detrás de “células revolucionarias” mueren dos sargentos de policía en un confuso episodio. Dicen muchos que se debe a un enfrentamiento interno entre las fuerzas bonaerenses y federales. Como tantas otras veces, las autoridades represivas deciden tapar la realidad con sangre: acusan de los crímenes a Alberto Rearte (hermano de Gustavo), y en su búsqueda desparraman detenciones y golpes. Ante la presión pública que pedía por los arrestados, la policía se ve obligada a liberarlos. Pero Felipe Vallese sigue sin aparecer. “Me han reventado”, le dice a una compañera de celda en la comisaría de San Martín. Al rato, la policía se lo lleva a una dependencia de Villa Lynch, donde presumiblemente muere a causa de nuevas torturas.
En 1971 Juan Fiorillo, principal responsable de la suerte corrida por Vallese, recibe una condena leve por su secuestro. Pero su rabia homicida se vengaría por el tiempo perdido. Al salir de su breve arresto se une a la Triple A y en pocos años estaría como pez en el agua. A partir del trágico 1976, la desaparición de personas se convierte en Doctrina de Estado. Y Juan Fiorillo aprovecha la Unidad Regional La Plata para ejercer su crueldad, de la mano de su jefe Miguel Etchecolatz. Ya en democracia trata de limpiar sus culpas en el agua bendita de los negocios y se hace dueño de una empresa de seguridad privada, aunque no puede impedir que le llegue, al fin, su hora. El 29 de Mayo de 2006 Juan Fiorillo es arrestado, ya con 74 años, en su casa de Villa Adelina.

FEDERICO BERNST

Fuentes: Agencia Walsh (www.rodolfowalsh.org),
               Diario Página 12 (01/06/2006),
               Alejandro Inchaúrregu (www.elortiba.org).


(Publicado originalmente en la edición Nº 17 de agosto de 2006)

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