CIGARRILLOS HECHOS EN CABALLITO


En 1898 Juan Oneto y Juan L. Piccardo invirtieron 300 pesos en adquirir una rudimentaria máquina manual de hierro para picar tabaco, instalándose en una modesta buhardilla de la calle Bartolomé Mitre (por entonces denominada Piedad). Muy pronto incorporarían una más compleja y veloz, la cigarrera Bonsak, con capacidad para elaborar 200 cigarrillos por minuto. Asimismo la situación de Cuba, independizada recientemente de España, afectaba el mercado mundial de tabacos, lo cual favorecía a la pequeña empresa que nacía. Entonces Oneto y Piccardo captaron el momento: se imaginaron la evolución de la demanda y respondieron a su crecimiento. Por esos años el tabaco nacional empezaba a sustituir al que aún se importaba. Pero cuando eso ocurre, en 1899, la firma celebra la víspera del nuevo siglo al haber vendido 316 mil paquetes de cigarrillos y enseguida haber multiplicado esa cifra. El modesto taller se convierte así en una fábrica. Primero funcionará en Defensa 1155 y luego en el 1276 de la misma calle. La media docena de obreros también se multiplicó por veinte, y no dejó de incrementarse. Piccardo lanzó una marca que, con el tiempo, se convertiría en la de los cigarrillos más antiguos del mundo por ser los de mayor continuidad: los 43.
¿Por qué los cigarrillos 43 se llaman así? Según una versión, por un belga que en la afiebrada Bolsa porteña de 1890 compró títulos que no valían más de 42 a 43 pesos, y se tomó aquel número de manera irónica mientras los papeles se hundían. Según otra, también relacionada con el mundo de las acciones, porque en la Bolsa operaban 42 corredores oficiales. Y cuando alguien detectaba algún intruso gritaba: “¡Cuarenta y tres, cuarenta y tres!”, para advertir esa presencia extraña. La cifra tenía, pues, su historia, y por entonces su renombre. Fueron famosos los cartoncitos de dos centavos que, a principios de siglo se incluían en cada atado y los que, acumulados, debían canjearse por otro atado. Incluso estos cartoncitos llegaron a circular como moneda corriente. La empresa, en 1920, adquirió los terrenos (y comenzó los trabajos de cimentación de los nuevos depósitos, fábrica y oficinas propias) en Puán 420, donde permaneció hasta 1981, cuando se trasladó a los ex terrenos de la General Motors en Av. San Martín y Av. Gral. Paz. Aquel antiguo edificio alberga hoy a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bs. As.*

*Fuente: “El barrio de la Veleta. Historia del Caballito” (Osvaldo Carlos Sidoli).

(Publcado originalmente en la edición Nº 35: noviembre/ diciembre de 2009)

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