EL CANAL DEL BARRIO


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Claudio y Patricia recuerdan la experiencia de comunicación comunitaria del Canal 4 Utopía, de cuyo proyecto formaron parte en los años noventa.   

El Canal 4 Utopía fue a contramano de la época en la que surgió. La doctrina neoliberal de los años noventa ya había inoculado en el gusto de amplios sectores de nuestra sociedad su culto a las apariencias y al consumo innecesario. Y había instalado también la idea de la comunicación entendida como una mercancía. Utopía hizo historia en Caballito justamente por rebelarse a esos dictados, y por defender el carácter de servicio público de la televisión. Claudio y Patricia participaron de este proyecto, lo reivindican, y comparten con nosotros sus recuerdos al respecto.
- ¿Cómo fue que se sumaron al proyecto del Canal 4 Utopía?
- Al principio desconectábamos el cable para sintonizar el canal. Después me sumé como anunciante en la época en la que la radio estaba en Cachimayo y Rivadavia, tres años antes del cierre definitivo. Tenía una ferretería en México y Muñíz que se llamaba “Pincelar”, y el aviso era más que nada simbólico porque no me redituaba. También colaboraba con los insumos que tenía en mi negocio y que sirvieran para el canal. Finalmente nos sumamos con Patricia a la programación, porque el canal necesitaba cubrir espacios. De hecho, el canal tenía que transmitir las 24 horas sino el transmisor se quemaba…
- ¿Las cuestiones técnicas eran una limitante para el canal?
- Sí obvio, todo se manejaba con caseteras hogareñas, un mixer barato, y cámaras que aportaba la gente. El canal no tenía presupuesto como para comprar nada. Por eso siempre se convocaba a la gente para que colaborara. Hacíamos reuniones y asambleas abiertas en plazas, convocando desde el mismo canal. Un lugar recurrente fue el ombú del parque Rivadavia.
- ¿Cómo se armaba la programación?
- La programación se hacía a puertas cerradas, aunque siempre siguiendo las sugerencias de los televidentes. Al canal no podía entrar cualquiera porque si bien para nosotros era un canal comunitario, para el Estado era un canal ilegal y era perseguido. Entonces no podía ir cualquiera, de hecho nunca se decía al aire la dirección por una cuestión de seguridad: hubo más de veinte allanamientos. Y en los allanamientos la policía ni siquiera hacía un inventario: tiraban las cosas en una camioneta y listo. Al otro día, luego de que se llevaran las cosas, el juez se declaraba incompetente, y volvíamos a la normalidad hasta el siguiente allanamiento. Había un vacío legal, pero también una persecución política. Fuentes judiciales nos contaban que la SIDE nos vigilaba. Fabián (Moyano, referente del proyecto de Utopía), lejos de preocuparse, saludaba al agente “Nº 5” todos los programas.
- ¿Qué relación tenían con los otros vecinos?
- Había vecinos que nos amaban y otros que nos odiaban. Muchos comerciantes apoyaban con sus avisos a modo de aporte al proyecto. Pero a otros les molestaba. El transmisor era de baja potencia, y transmitió por los canales 6 y 4. El Canal 2 de La Plata, que sí era ilegal porque no tenía que transmitir en Buenos Aires, tenía una señal muy fuerte y barría con todo. Pero en la zona que transmitía Utopía, que llegaba a un radio de dos a seis km2, se interfería con nuestro canal. Entonces llamaban para quejarse de que les interferíamos Canal 2. De todos modos, el canal no era de armar bardo, nunca había más de diez personas dentro del departamento donde se hacían las transmisiones. Y criticaba para mejorar, era de denuncia.
- ¿Y ustedes qué tipo de programas hacían?
Yo estuve a cargo de un ciclo de películas los domingos por la noche. Y llevaba tres películas para que durante diez minutos se votara entre el público la que íbamos a pasar. Se llamaba “Misión Imposible”, porque tratábamos de conseguir las películas que nos pedían los vecinos. El programa de Patricia era educativo y para chicos, se llamaba “Mameluco”, e iba los sábados por la mañana. De todos modos, lo más importante era el noticiero, y la cobertura de la lucha de los jubilados y la de los organismos de Derechos Humanos. Todo lo demás se supeditaba a eso.
- ¿Cuál fue el detonante del cierre de Utopía?
- La muerte de Fabián fue el detonante: él era el principal impulsor y el que poseía el saber técnico. Su muerte fue un cimbronazo que no se pudo superar. Seguimos un tiempo más, pero el golpe final lo dio un último allanamiento…
De todos modos rescato la experiencia del Canal Utopía, más que nada pensando el contexto en el que transmitió. La imagen era fea, la calidad era pésima, pero muchos lo veíamos con gusto porque iba contra el sistema…


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