PINTADO DE VERDE


El Ferro campeón del ´84, bajo la atenta mirada de los hoy extintos silos de la empresa Morixe S.A. El primero a la derecha que está hincado es Claudio Crocco.

El vecino Claudio Crocco, ex futbolista de Ferro, recuerda la época de oro del club más conocido del barrio.

El 28 de julio de 1904 nació, por iniciativa de un puñado de ferroviarios, el club Ferrocarril Oeste. Durante años fue una institución modelo, sostenida tanto por su gran cantidad de socios como por su notable oferta deportiva y cultural.
A fines de los sesenta, la suerte quiso que un pibe de Liniers se subiera al tren de Ferro. El viaje no fue para nada cómodo, y las escalas, más de las esperadas. Pero al llegar a la estación terminal Claudio Crocco, aquel pequeño pasajero de Liniers, levantó la cabeza y leyó un gran cartel que decía CAMPEÓN.
- ¿Cuándo empieza tu vinculación con Ferro?
- Un entrenador de apellido Griecco le habló de mí al “Nano” Gandulla, que justo se iba de Boca para trabajar en divisiones inferiores de Ferro. Así que dejé mi club en Liniers, y pasé a Unión Marchigiana (el de la calle Nicasio Oroño) que promovía chicos a Ferro. A mí me pasaron en el ´69, cuando cumplí los doce. Después completé todas las inferiores, y debuté en Primera en 1975.
- ¿Cómo andaba el equipo en esa época?
- Hasta el ´80 subía y bajaba. Nos costaba mantener la categoría. De esos años, recuerdo un gol que hice contra Los Andes. Les ganamos 3 a 2 en el ´75, y ascendimos a Primera.
- O sea que penaron hasta el ´80…
- Sí. Hasta que llega (Carlos Timoteo) Griguol, que junta un grupo de buenos jugadores, aunque sin estrellas rutilantes. Le fue dando forma al equipo a nivel técnico y táctico. Pero trabajó especialmente en lo físico.
En 1980 zafamos relativamente cómodos del descenso. No llegamos ni a mitad de tabla, pero tampoco pasamos los sofocones de años anteriores.
Y en el segundo año, explotó nuestro trabajo…
- ¿Ahí empezó todo?
- Más que nada, te diría que en 1981. Ferro se mete en la pelea. Tal es así que sale segundo en el Metro y en el Nacional. Debajo del River de (Mario Alberto) Kempes y del Boca de (Diego Armando) Maradona (ver “Encuentros”).
Ese año llegan Adolfino Cañete de Paraguay, (Miguel Ángel) Juárez de Platense y (Julio César) Jiménez de Vélez. Además estábamos los de las inferiores: (Oscar Alfredo) Garré, (Héctor) Cúper, Carlitos Arregui, “Cacho” Saccardi, (Alberto) Márcico, yo, etc. El equipo campeón del ´82 mantuvo casi los mismos hombres.
- ¿Qué virtudes tenía aquel Ferro campeón”
-  Había un buen complemento de jugadores hábiles y veloces con otros de experiencia y fuerza. Además, por suerte, no tuvimos muchos lesionados.
Me acuerdo que decían que estábamos mecanizados. Pero si no “jugás”, la táctica sola no gana partidos. Y nuestros méritos fueron evidentes: salimos campeones invictos en el ´82, y en el título del ´84 le ganamos en la final a River 3-0 de visitante.
- El club además era exitoso en muchos aspectos…
- Ferro era el mejor en fútbol y otros deportes. Además tenía 45 mil socios que pagaban la cuota todos los meses.
Por esos años, ya estaba instalado en Caballito (primero en Hortiguera y Falcón, después pasé a Víctor Martínez y Alberdi). Recuerdo que los vecinos me traían la solicitud de inscripción a la colonia del club para ahorrarse las largas colas. Había gente que esperaba hasta en carpas.
- ¿Cómo lo ves al club actualmente?
- Ahora hace mucho que no voy. Pero por lo que me entero por los medios, anda medio mal. En paralelo a la economía del país, fue empeorando su situación.
El Italiano, un club de elite, también tuvo que adaptarse a estos tiempos. Antes andaban todos de traje, y para entrar necesitabas que alguno te recomendase. Y ni hablar del precio de la cuota… Pero creo que el Club Italiano sobrelleva la crisis mejor que Ferro. Por ejemplo, su campo de deportes está cerca: a Bajo Flores llegás rápido. Para el de Ferro, en Pontevedra, tenés que manejar una hora.
Parece que el destino del club está signado por el concepto de “distancia”. Aquel que le daba sentido al trabajo de los pioneros ferroviarios. El que separa el galardón de 1988 otorgado por la Unesco al club que más hizo a favor del deporte en América, del magro presente de vacas flacas y autoestima por el piso. Distancia misma que separa a los frustrados simpatizantes de Ferro de la gloria perdida.
Pero Claudio Crocco, aquel pibe de Liniers, pudo burlar junto a sus compañeros la jerarquía futbolera argentina. Lograron torcer la historia para unir las distancias. Demostrando que el amor propio puede multiplicarse con el trabajo en conjunto.
En una de esas, mientras usted lee estas líneas, muchos pibes llenos de sueños estén tomando otra vez el tren de Ferro…
 
Claudio Crocco en la tapa de la famosa revista "El Gráfico".
 ANECDOTARIO
“Lo de Ferro fue atípico. No sólo por los logros, sino por la poca trascendencia que se le dio a lo que hicimos.
La prensa decía que nuestro juego era aburrido, que éramos mecanizados y muy tácticos. Según ellos, Independiente era superior (pese a que les ganamos 4 a 0 en Avellaneda). Cuando salimos campeones por primera vez, ni siquiera fuimos tapa de la revista “El Gráfico”.
Los mismos hinchas se vieron sorprendidos. La onda era más “familiera”, no tanto la euforia de los triunfos. Por eso en la primera final del ´82 con Quilmes, fueron sólo dos mil personas a apoyarnos. De local, la cancha se llenó. Pero porque vino toda la familia, los socios y la gente del barrio que simpatizaba con el equipo. En general, todos lo vivieron con mucha tranquilidad. A eso sumale que, en esa época, el club también era el mejor en básquet y vóley, por ejemplo. Lo de Ferro fue atípico hasta en eso. Si esa campaña la hacía un club grande, seguro que de 45 mil socios (como los que tenía Ferro en esa época) pasaba a cien mil”.


ENCUENTROS
“Me tocó jugar contra Maradona en su época de Argentinos Jrs., y cuando estuvo en Boca en el ´81. Recuerdo que Ferro nunca hacía marca personal, porque siempre achicaba en toda la cancha. Pero cada vez que jugábamos contra él, nos turnábamos para meterle presión…”.
- ¿Sólo lo marcaban?
- Le dábamos para que tuviera (risas). Se la bancaba, pero pobre…

(Edición Nº 3: marzo de 2005)

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