ES NUESTRA LA CIUDAD

Quienes vivimos nuestra infancia en Caballito en la década de 1980, pudimos jugar a la pelota en la calle en muchos lugares, aunque eso ya era entonces dificultoso. Los adultos mayores aún salían a refrescarse en verano sacando la silla a la vereda, y la afluencia de autos no era tan importante como ahora. La calle era el lugar de socialización, y no el del temor. Casi todos los vecinos con los que nos cruzamos añoran esas épocas (aquellas en las cuales Caballito “era más barrio” según dicen), pero no logran identificar el momento exacto de la metamorfosis.
Pese a ello, se instaló la idea de que toda construcción es sinónimo de Progreso. De este modo, surgieron los shoppings, megacines y torres de altura en zonas de casas bajas. Sin ir más lejos, se pretende instalar un shopping casi al lado de la cancha de Ferro (una locura desde cualquier punto de vista), y se festeja como si ello fuera un logro de todos.
Un buen ejercicio de cara a las próximas elecciones legislativas sería preguntarse qué candidatos representan esa idea de ciudad, en la cual uno se procura su disfrute con dinero, y quienes confrontan con esa concepción defendiendo el derecho a la ciudad que nos asiste a todos por igual.
Desde aquí bregamos por un buen vivir como horizonte, por un barrio (y un mundo) inclusivo que contenga a todos, que no se segmente bajo un criterio patrimonialista, y con espacios públicos en condiciones y sin restricciones de ningún tipo.

Comentarios

fsd ha dicho que…
Los espacios públicos compartidos, el poder jugar a la pelota en la plaza con otros chicos del barrio, no sólo alimentaba en Caballito la socialización, sino que también ayudaba a sentirse más seguro. Uno conocía allí a sus vecinos.
Me gustó mucho la nota. A veces extraño Caballito, pero es verdad, cuando paso por allí, que dista de ser el barrio que fue. Hoy es una ciudad en sí misma.