AHÍ ESTÁS, DE PIE Y DESNUDO


Ahí estás,
de pie y desnudo.
Limo eres y te acuerdas;
pero eres en verdad el hijo de esta sombra parturienta
que se sacia de lactógeno lunar,
luego tomas lentamente la forma de un fuste
sobre ese muro bajo que franquean los sueños de las flores
y el perfume del interrumpido verano.
Sentir, creer que te brotan raíces de los pies
y corren y se retuercen cual sedientas serpientes
hacia alguna fuente subterránea,
o se afianzan en la arena
y ya te unen a él, oh tú viviente,
desconocido árbol, árbol no identificado
que elabora frutos que cogerás tú mismo.
Tu cima,
en tus cabellos que sacude el viento,
oculta un nido de inmateriales pájaros;
y cuando vengas a acostarte en mi lecho
y yo te reconozca, oh errante hermano mío,
tu contacto, tu aliento y el olor de tu piel
suscitarán ruidos de alas misteriosas
hasta las fronteras del sueño.
 
JEAN-JOSEPH RABEARIVELO (Madagascar, 19011937)

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