¿TRANSPORTE PARA TODOS?


La tragedia de Once, que costó la vida de 51 personas en la estación terminal del ex Ferrocarril Sarmiento, avivó los ánimos de la sociedad y activó viejas polémicas que se mantenían relativamente fuera de la agenda política. Fundamentalmente, la necesidad de pensar el tema del transporte de un modo integral. Es decir, analizar el papel que cumple en el bienestar de la población y estudiar de qué modo se puede brindar un servicio público satisfactorio con el menor consumo de energía y el mínimo de contaminación posible. En ese sentido, y si nos detenemos sólo en el caso de los trenes, cabe recordar que el subsidio que el Estado nacional otorga a las empresas concesionarias asciende a unos 4,5 millones de pesos por día. La misma cifra que se gastaba cuando demonizaban al sistema ferroviario por deficitario a principios de los ´90, con la diferencia que entonces existía una alta conectividad del servicio a nivel nacional, funcionaban 37 talleres, 40 policlínicos y trabajaban 85 mil personas gracias a él. Paralelamente no se desalienta el transporte de manufacturas por camiones ni el uso indiscriminado del automóvil, lo cual aumenta el tráfico en las rutas y la cantidad de accidentes viales. Si vemos este fenómeno tomando el área metropolitana, y si tenemos en cuenta que por día cinco millones de personas ingresan a Buenos Aires, este problema adquiere aristas preocupantes. Más aún si consideramos los 1,3 millones de autos que entran por día a la ciudad, dada la baja calidad de los transportes públicos…
Este es un problema en el cual las causas y las consecuencias se retroalimentan constantemente, generando un círculo vicioso del cual es difícil salir con las viejas recetas. Por ello creemos que se debe empezar con reconstruir el sistema ferroviario que, como la antigua YPF, le daba vida a miles de pueblos hoy “fantasma”, y activaba además las economías regionales. Este desarrollo a su vez desalentaría la emigración hacia las grandes urbes, con el consiguiente alivio del transporte en las zonas hoy densamente pobladas. En cada ciudad, a su vez, se debe incentivar el uso de bicicletas y el uso responsable de los automóviles (para, por ejemplo. trasladar en cada viaje a cuatro personas a la vez y no a una). En definitiva, estas líneas esbozan nuestra preocupación ante la certeza de que aún seguimos en la senda equivocada…

Comentarios