EL PASAJE DE LOS ESCRITORES


El coqueto pasaje Florencio Balcarce es tan señorial como misterioso. Además de albergar algunas de las casas más lindas del barrio, supo cobijar a muchos escritores que se cautivaron con su tranquilidad. En el número 80 vivía el escritor Rafael Alberto Arrieta, quien incluso gestionó el nombre actual del pasaje. La calle breve tiene una extensión de cien metros. Nace frente al Parque Rivadavia y muere junto a una línea de edificación sobria, de noble solidez. En la inestable nomenclatura urbana se le asignaron tres designaciones: Videla Dorna, África y Florencio Balcarce. Su primer nombre se debió a que en la esquina con Rivadavia construyó su residencia Gervasio Videla Dorna, quién participó activamente en la Revolución de 1880. Abandonado hacia 1899, el denominado Palacio Videla Dorna fue ocupado por la Escuela Naval, ubicada hasta entonces en el antiguo caserón de Juan Manuel de Rosas, dinamitado en esa época por el intendente Adolfo Bullrich. La efigie del palacio, cuyos terrenos llegaban hasta la actual calle Yerbal (que entonces no había sido abierta), fue conocida en todo el mundo gracias a una tarjeta postal que los cadetes, en sus viajes de instrucción en la Fragata Presidente Sarmiento, se encargaban de distribuir.
Como dijimos, Rafael Alberto Arrieta propició con empeño el cambio de nombre del pasaje. Su intención era homenajear a un hombre de letras por él admirado, al cual incluso dedicó un libro. Se trata como sabemos de Florencio Balcarce, escritor talentoso muerto en 1839 quien era además hijo del héroe de la batalla de Suipacha. Este poeta fue autor de “La partida”, “Endechas a la memoria del Coronel Dorrego” y “La canción a las Hijas del Plata”. En el pasaje nombrado en su honor se reunían los “Pastores del Verso” para recitar sus creaciones poéticas. Entre ellos estaba Conrado Nalé Roxlo, quien vivía en Florencio Balcarce 15, en el último piso de una casa sencilla. En su pequeño despacho había un dibujo (probablemente, una ilustración de su poema “Drama nocturno”) acorde con el ambiente de penumbra, con el signo especial de toda la habitación. Allí tenía también un telescopio (regalo del poeta caballitano Amado Villar) para contemplar los astros y gracias al cual podía elegir las tortas que vendían en la confitería La Ideal, ubicada en Rivadavia y Acoyte, desde la comodidad de su hogar. En el pasaje vivieron también el ex presidente Arturo Frondizi y el pintor Antonio Berni. Evidentemente el pasaje de los escritores cautivó a propios y extraños. A quienes expresan sentimientos mediante la escritura, y a los caminantes que simplemente se rinden a su influjo fugaz aunque perenne. No en vano Florencio Balcarce escribió: “Yo he sido una gota del agua que llueve,/ Perdida, de noche, que el polvo bebió”.

Fuentes consultadas: “El barrio de Caballito” (Ángel Mazzei).
www.histamar.com.ar
http://pasajesdebuenosaires.blogspot.com/

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