EL CONDE DE LA CULTURA


Miguel Ángel Barnes, el Conde de Caballito, sigue fomentando la cultura en el barrio desde su Barbería- museo de la calle Guayaquil.

En cualquier comunidad o vecindario del mundo existen personajes que el resto reconoce fácilmente. Podría decirse que son un poco los emergentes del lugar en cuestión, quienes se destacan por algo que los identifica con su entorno. Pero sería un error creer que son representativos de la voluntad del barrio porque nadie vota a estas personalidades. Sin embargo, por una extraña razón, la mayoría los reconoce y aprecia con sinceridad. Miguel Ángel Barnes, el Conde de Caballito, fiel exponente de esta estirpe, convirtió a la Barbería- museo “La Época” de Guayaquil 877 en una referencia para todos los que se interesan por la cultura hecha en el barrio.
- ¿Cuál es la inserción de la Barbería a nivel cultural en Caballito?
- La inserción de la Barbería en la parte cultural me sorprendió. Porque cuando empecé con las actividades culturales lo pensé como una forma de promocionar mi peluquería. Pero a través de los años fuimos haciendo eventos cada vez más importantes. Y hoy me doy cuenta que me adjudican a mí cualquier cosa que pase a nivel cultural en el barrio. La gente toma a esta Barbería como un punto de referencia.
- ¿Qué clase de eventos organizaste al principio?
- Nosotros siempre presentamos mucha música en vivo. La gente se traía su propia silla, porque las trescientas de acá ya no alcanzaban, y se instalaba en la vereda de enfrente, o se sentaba en los umbrales de las casas. A los diferentes comercios del barrio los fui involucrando a estos hechos culturales pidiéndoles cosas para sortear. Y a veces llegábamos a tener tantos premios que directamente los regalábamos…
- ¿Crees entonces que la gente estaba esperando que alguien hiciera algo por la cultura?
- Es probable, pero tal vez a nadie se le había ocurrido. Lo que pasa es que a veces uno busca los recursos cuando está pasando por serias necesidades; hace unos años estuve en esa situación, y tuve que usar mi imaginación. Por eso a los argentinos nos buscan tanto en el mundo, y no lo digo por mí que no soy un gran estudioso. Hemos vivido tantas crisis en este país, que todos desarrollamos un poco la capacidad de salir adelante de cada una de ellas con imaginación. Yo me las ingenié para dar a conocer mi negocio por la parte cultural. Y ojo que a mí la cultura no me deja dinero. Me da satisfacciones a nivel personal, y me permite que la gente conozca mi medio de vida. Pero hacer un espectáculo cultural por el sólo hecho de ganar dinero no se justificaría porque la cultura va muchísimo más allá…
- ¿No crees igual que en cierta forma lo cultural opacó a la peluquería en sí?
- Y… la gente misma me fue obligando. O mejor dicho, yo me genero esa obligación. ¿Por qué? Porque la gente con su inquietud me alegra, y entonces siento que tengo que responder a esa demanda.
- ¿Qué actividades de las que se organizan desde la Barbería disfrutás más?
- Me impactan las actividades que organizamos para las fechas patrias. Porque hubo una lucha mía de mucha presión y mucho amor propio. Y cada vez que veo venir a los primeros caballos con la bandera argentina me emociono. Pero me emociono hasta las lágrimas, porque es como que esa gente viniera al comedor de mi casa y yo los recibo con alegría. Y antes de la carrera de sortijas saludo a cada uno de los paisanos porque no sólo están divirtiendo a los vecinos sino que están cumpliendo mí sueño.
- Hablando de sueños, ¿qué perspectiva tenés de acá a unos años?
- Yo sueño muy grande. Me imagino en un lugar cuatro veces más grande que el local de Guayaquil, donde podría exponer todas las barberías que tengo guardadas. Tengo dieciséis barberías desarmadas y unas diez mil piezas de peluquería en cajas. Desde las peluquerías alumbradas a vela del campo hasta la más linda que existió en la Belle Epoque, con todos sus espejos laminados, con arabescos con oro por dentro. Jamás las vi armadas. Ese es mi gran anhelo: desplegar todo el potencial de la Barbería- museo y llevarla a todo su esplendor. Resulta que hoy vienen anticuarios de todo el mundo ofreciendo dinero para comprarme todo esto como está. Pero no vendo la Barbería, ni la vendería. ¿Por qué? Porque me falta mucho por desarrollar. Y fundamentalmente porque yo quiero que esto quede acá. El día de mañana me iré de este mundo, pero quiero que esto siga acá. Es mi sueño que quede acá.
Foto: Eduardo J. Torres.

ANECDOTARIO
- “A mí me gustan formas de trabajar por el barrio, por ejemplo la de Aquilino (González Podestá, Presidente de la Asociación Amigos del Tranvía). Porque Aquilino es un personaje muy fuerte, y no tanto por todo lo que sabemos que hizo por la historia del barrio y del país. Sino porque él en sí mismo es un personaje: tiene la virtud de poder mechar lo histórico con algo gracioso, es grato escucharlo. Otro con el que me gustaría hacer cosas, por la personalidad que tiene, es “Toto” el de la calle Rojas (Eladio González, del Museo “Che” Guevara). Porque “Toto” es un personaje que la gente tiene que conocer. Me gusta como trabaja, porque hace las cosas con mucho amor propio y determinación. Rescato también a la gente del Museo “Luís Perlotti”, la sobrina de Perlotti (“Rochi” Bianco) trabaja muy bien… Hay mucha gente que trabaja por el barrio…”.

ENCUENTROS
- “Sueño con que haya en el barrio un lugar con un gran escenario, y que allí se desarrollen espectáculos constantemente. Que sea una referencia para los vecinos, quienes podrían acudir allí espontáneamente, y que identifique a Caballito. Que la gente sepa que puede ir a ese lugar a escuchar algo en forma gratuita, que entre como en su casa, que se pueda sentar en una buena butaca, y que pueda escuchar un buen espectáculo de lo que fuere. También sueño con la idea del “cajoncito”. El “cajoncito” sería algo que se pueda trasladar, y sobre el cual cualquier vecino pudiera pararse y decir lo que quisiera. Acá sería bueno que un lugar así tuviera su “cajoncito”. Que cada cual pudiera expresar lo que quisiese allí arriba ante un auditorio de vecinos”.

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