Las próximas elecciones locales del 10 de julio decidirán quién gobernará la Ciudad Autónoma de Buenos Aires los siguientes cuatro años y traerán aparejada una renovación de la Legislatura. Sin embargo, la mayor novedad de estos comicios es que por primera vez elegiremos nuestro Jefe Comunal.
Desgraciadamente, dicho acontecimiento se verá opacado debido a que la mayoría de los candidatos (salvo algunas excepciones) no posee una mínima trayectoria de militancia en el barrio. Tal vez los partidos más modestos sufran la falta de afiliados y tuvieron que acomodarse a esa contingencia recurriendo a figuras ignotas. Pero los de mayor caudal electoral y recursos económicos optaron en general por candidatos digitados desde arriba. Quedaron así marginados los ciudadanos que, suscribiendo a algunas de estas propuestas de alcance nacional, esperaban participar de las elecciones locales desde las plataformas a las que adhieren.
La enseñanza que recogemos de todo esto es que la llamada "vieja política" no está sepultada del todo. Más aún, goza de buena salud y reproduce sus vetustas prácticas a nivel comunal. Y que las alternativas tienen que surgir de los espacios culturales y políticos que trabajan desde y para el barrio. Esa propuesta en construcción debe forjar una fuerza que proponga otro modelo de ciudad. Con salud, educación y trabajo para todos. Que defienda los espacios públicos para que sean verdaderos sitios de encuentro barrial. Y que impulse una idea de cultura que una, eduque y nos identifique como grupo social, despojada del mero espectáculo.
A diez años de la rebelión del 19 y 20 de diciembre, bueno sería recuperar el "¡Que se vayan todos!" como bandera contra el Neoliberalismo y la privatización de nuestros espacios. Pero mejor aún sería trabajar para consolidar una propuesta sólida de cambio social desde abajo y con proyección nacional. Está en nosotros...
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