LOS FEDERALES ARTIGUISTAS


El programa republicano radical de José Artigas (entroncado con el movimiento de los llamados “tupamaros” orientales, que invocaban el ejemplo de Túpac Amaru) era una original combinación de las costumbres de las pampas con las lecturas de J. J. Rousseau: el orgullo de hombres libres de los gauchos resultaba congruente con la orientación democrática de la Revolución. El caudillo recogía las aspiraciones del campesinado en armonía con las doctrinas liberales igualitarias, reclamando fundar el poder político en los derechos de representación de los hombres y de las regiones, todos en pie de igualdad. Los diputados orientales a la Asamblea del Año XIII postulaban para las Provincias Unidas la forma de gobierno republicana y confederal. Asimismo, los artiguistas proyectaron una constitución democrática para la Provincia Oriental, inspirada en la carta de 1780 del estado norteamericano de Massachussets. El primer artículo declaraba los derechos esenciales e inajenables de las personas por los que el gobierno debía velar, y se establecía que el pueblo “tiene derecho a alterar el gobierno, para tomar las medidas necesarias a su seguridad, prosperidad y felicidad”.

Dada la necesidad de repoblar y poner en producción los campos asolados por la guerra, Artigas dictó el Reglamento de Tierras de 1815. Las tierras no ocupadas y las confiscadas a “los malos europeos y peores americanos” debían repartirse en suertes de estancia a los solicitantes, con carácter de donación, dando preferencia a los libertos, zambos, indios y criollos pobres. Por este tipo de medidas, el Directorio con sede en Buenos Aires había llegado a dictar un decreto que infamaba a Artigas como bandolero y ponía precio a su cabeza. Sin embargo, el Congreso de Oriente, reunido en junio de 1815, lo ratificó como “Protector de los Pueblos Libres” de cinco provincias disidentes: la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Córdoba. Reiteradamente los gobernantes centrales le ofrecieron un arreglo sobre la base de la independencia de la Banda Oriental, que él rechazó manteniendo su proyecto de confederación. El cuestionamiento de Artigas al centralismo porteño determinó que el Directorio consintiera la invasión portuguesa a la Banda Oriental para eliminarlo. Después de tres años y medio de resistencia, la batalla de Tacuarembó de enero de 1820 significó la derrota definitiva de Artigas, que debió abandonar definitivamente su tierra. La campaña de los Treinta y Tres Orientales inició la liberación de su provincia del Imperio de Brasil en 1825. Pero la complicada guerra Argentino- brasileña y las intromisiones diplomáticas de Gran Bretaña, sumada a las sucesivas desilusiones de los orientales con los gobiernos porteños, llevaron a la independencia del Estado Oriental del Uruguay en 1828, en la cual Artigas nunca participó.

Fuente: “Proyecto Umbral. Resignificar el pasado para conquistar el futuro” (AA.VV.)

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