Editorial

Se nos va otro año casi sin pedir permiso. El año en que se conmemoró el Bicentenario de la Revolución de Mayo concluye tristemente con represiones y muertes en Constitución, Formosa y Villa Soldati. Sendos conflictos nos hablan (al menos a quienes estamos dispuestos a escuchar) del trabajo precarizado y el derecho a la tierra y vivienda digna, entre otras cosas. Pero también nos ponen cara a cara con uno de los prejuicios de la clase media porteña: el rechazo al diferente. En el país el boom de la soja y del crecimiento a tasas chinas, ningún gobierno (sea municipal, provincial o nacional) puede alegar falta de dinero para honrar la deuda interna hasta hoy sin saldar.
Nuestro barrio se prepara para un 2011 de elecciones. El preciado derecho a elegir a nuestros representantes nos exigirá reflexionar acerca del mejor proyecto político que se ponga a disposición del parecer de los ciudadanos. Sin embargo, existen diversas experiencias políticas a nivel local que también esperan de nuestra participación. Los centros culturales, organizaciones civiles, asambleas barriales, clubes y hasta las instancias que están previstas en la Ley de Comunas, como los consejos consultivos comunales, necesitan que los vecinos nos ocupemos de nuestros intereses comunes.
Deseamos que cada unos de nuestros lectores puedan accionar con alegría en favor del mundo que sueñan. Que se encuentren con su gente querida y vivan la vida con esperanza. Que sus brazos, que alzaron la bandera celeste y blanca en el Bicentenario (y en El Otro Bicentenario), se unan para construir el país que nos debemos. Para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino, tal como reza el preámbulo de nuestra Constitución.
Que 2011 nos encuentre mereciendo la vida. Les dejamos un abrazo, con complicidad militante.

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