Editorial

Las conmemoraciones que se vienen en ocasión del bicentenario del histórico 25 de mayo nos suscitan diversas reflexiones. En primer lugar, el carácter de la libertad conquistada luego de la proclamada independencia frente al colonialismo europeo (hoy diríamos “primermundista”). Mientras ayer éramos un dominio de ultramar de la Corona española, hoy sufrimos el saqueo de nuestras riquezas naturales (el perpetrado por empresas extranjeras como Barrick Gold o Xstrata con su minería contaminante es sólo un ejemplo), ante el desconocimiento de la mayoría de la población. Más aún, ésta es sometida por los grandes medios de “comunicación” a observar un pseudos debate acerca de… ¡cómo pagar nuestras deudas externas! Claro que nada se habla del desfalco del cual es víctima nuestro país desde hace dos siglos. Menos aún, de las urgentes deudas internas sin saldar, traducidas en hambre, falta de educación y salud, etc.
De todos modos, y en segundo lugar, la bicentenaria gesta también nos debe recordar la vasta tradición argentina de resistencia. La defensa de nuestra ciudad frente a la invasión inglesa, el hostigamiento a los realistas hecho por los gauchos de Güemes, y la batalla de Vuelta de Obligado frente a la flota Anglo- francesa indica que nuestros antepasados nunca cejaron en la tarea de tratar de conquistar la independencia definitiva. Y para ello se han nutrido muchas veces del saber ancestral de los pueblos originarios y del de los hijos de las naciones del mundo que encontraron aquí su hogar.
En este espacio los invitamos a reflexionar acerca del Bicentenario argentino. Si acaso pudimos cuestionar la simple evocación del tipo “efeméride”, habremos logrado nuestro objetivo.

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