Caballito está de luto

Tal vez la muerte del poeta Mario Benedetti los haya envalentonado y hoy lunes 18 de mayo se aparecieron las topadoras apoyadas por la policía. No demoraron mucho: la sorpresa, la prepotencia, el perverso afán de destruir lo diferente, lo nuevo, lo puro los estimuló.
Lleva años sembrar, proteger, acariciar a las plantas, para recibir el regalo de las flores, pero esas flores, esas plantas, esa labor, atraen como imán a los jóvenes que necesitan aportar y recibir ideas, trabajo, amor. Cosa peligrosa para los viejos vecinos amargos, feos, egoístas, pobres en lo espiritual que bregan para que el poder que los representa ahogue la peligrosa criatura revolucionaria.
¿Quien quiere una huerta orgánica en el barrio, aunque enriquezca un baldío saneándolo y embelleciéndolo?
Nadie, lo que queremos los vecinos de Caballito es ver jóvenes tirados en las veredas, drogados y borrachos o mendigando en las puertas de los supermercados, Mc Donald´s, shoppings o en el paso a nivel que en este mismo momento muestra a sesenta vecinos frente al mismo número de policías.
Quienes defienden el verde, la vida, el trabajo, la creación, lo nuevo han apilado los restos, los despojos de lo que fuera un bosquecillo que demoró años en crecer, sobre la vía del tren en la estación Caballito, en el cruce de la calle Rojas y allí montan guardia.
Quienes destruyeron lo hecho no pueden mostrar orden judicial: no la tienen. Pero sí chalecos naranjas, uniformes azules, obediencia debida y armas para “disuadir” si fuera necesario…
La memoria de la muerte está cercana y la presencia de unos pocos colegas del fotógrafo José Luís Cabezas o de Mario Bonino no es estimulante.
¡Vamos periodistas! La esperanza juvenil aguarda vuestra presencia.
Hasta me pareció entre los vecinos y la policía ver a un hombre parecidísimo a Mario Benedetti.

ELADIO “TOTO” GONZÁLEZ
Director Museo Ernesto “Che” Guevara

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