Editorial

El mundo en crisis entrega imágenes surrealistas hasta al observador menos avezado. Hechos insólitos que se suceden y que indican que no estamos ante otra crisis económica de las que conocemos de sobra. Sino que en todo esto se juega el futuro de la especie humana y del planeta que habita. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO en su sigla en inglés), ya hay en el mundo mil millones de hambrientos, una tendencia creciente que se agudizó con la carestía de alimentos y el alza de los combustibles fósiles. Asimismo, el reciente fenómeno de compra de tierras en el llamado Tercer Mundo, por parte de gobiernos extranjeros y multinacionales, no parece contrarrestar la situación descripta. Un caso testigo es el de Madagascar, una isla de África donde el ingreso per cápita anual alcanza apenas a 320 dólares, que negoció con la empresa surcoreana de logística Daewoo el arriendo de más de la mitad de su tierra cultivable por 99 años. El acuerdo redundará en un reservorio alimenticio y energético para el pequeño país asiático, cuyo ingreso anual ronda los 20 mil dólares por persona. Si bien Corea del Sur está adelantado (en Argentina, sin ir más lejos, ya tienen 21 mil hectáreas compradas para ganadería), su caso ilustra un fenómeno mucho más vasto y preocupante que involucra a países como China, Arabia Saudita y Japón, además de diversos fondos de inversión transnacionales. Para Jacques Diouf, director general de la FAO, algunas operaciones pueden ser consideradas neocoloniales. En el mismo sentido Hong Jong-wan, ejecutivo de Daewoo, admitió: “Queremos plantar granos allí para garantizar nuestra seguridad alimenticia. El alimento puede ser un arma en este mundo”. La utilización intensiva de agroquímicos y el cultivo para producir agrocombustibles agravan aún más la situación de saqueo y hambre a la cual son sometidos los países pobres. De nosotros depende que no se cumpla la famosa profecía aborigen que reza: “Cuando muera el ultimo árbol, cuando el ultimo río sea envenenado y el último pez pescado, nos daremos cuenta de que no se puede comer dinero”.
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