La bandera idolatrada

La bandera argentina, tras las campañas navales comandadas por el corsario Hipólito Bouchard entre 1817 y 1819, fue adoptada por las Provincias Unidas de América Central. Por ello a El Salvador, Honduras y Nicaragua los representa el celeste y blanco, siendo las banderas de Guatemala y Costa Rica una variación de la nuestra. Pero tanto allí como en otros sitios del planeta, el mencionado Bouchard, marino de origen francés al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cumplió un importante papel en las luchas por nuestra independencia al mando de la fragata “La Argentina”. Entre sus acciones más relevantes se encuentran los asedios a las costas de California y las de los actuales Perú y Ecuador. Sin embargo también impidió el tráfico de esclavos en Madagascar, peleó con piratas malayos, combatió a comerciantes españoles en Filipinas y suscribió un Tratado de Unión, Paz, Guerra y Comercio con el entonces rey de Hawaii Kamehameha I, quien se convirtió así en el primer mandatario no latinoamericano en reconocernos como país soberano.*
El Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas había otorgado en septiembre de 1815 la patente de corso a Hipólito Bouchard. Con ella, el marino francés estaba habilitado a saquear y hundir barcos españoles en nombre de nuestro país y quedarse con una parte del botín. Según Julio Manrique, tripulante de “La Argentina”, Bouchard planeó atacar la isla británica de Santa Elena y liberar a su admirado Napoleón. Y que no lo hizo sólo por las represalias que se hubieran tomado contra la naciente patria. Sin embargo, el periplo de este extravagante personaje se coronó entre el 24 y el 29 de noviembre de 1818 con la toma de la pequeña fortaleza de Monterey, entre las entonces jóvenes ciudades de San Francisco y Los Ángeles. Dicho reducto era la capital de la Alta California española, entre monasterios y presidios remotos, pero actualmente es parte de Estados Unidos. Es decir que durante seis días nuestra bandera flameó en Norteamérica… Los últimos años de vida de Hipólito Bouchard transcurrieron en Perú, donde se desempeñó como marino hasta 1828. Nueve años después fue asesinado por los empleados de su ingenio azucarero, en represalia a los malos tratos que el ex marino les dispensaba. El 6 de julio de 1962 sus restos fueron trasladados a nuestro país a bordo de un crucero llamado “La Argentina”, y descansan hoy en el Panteón de Buenos Aires.*

Fuente consultada:
http://www.ara.mil.ar/
Mitre, Bartolomé: “El crucero de la Argentina. 1817- 1819” (en “Páginas de Historia” del mismo autor).
Uhrowczik, Peter: “La quema de Monterey: el ataque a California de 1818 por el corsario Bouchard”.
Soriano, Osvaldo: “La California Argentina”.
García, Claudio: “Un corsario argentino, héroe de la independencia americana: Hipólito Bouchard”.

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