El juego de pelota, que además
de habilidad requiere vigor y resistencia, lo debemos a los vascongados que lo
introdujeron en nuestra ciudad como entretenimiento público. Precisamente fue
un vasco, Juan Zarria, quien habilitó aquí, en 1850, la primera cancha cerrada
en la calle Federación (hoy Rivadavia 964). Con el tiempo no hubo zona que no
contara con la suya, si bien muchas eran abiertas y de segundo orden.
En primera categoría figuraron
frontones que alcanzaron celebridad por la calidad de sus pelotaris y algún
hecho trascendente. El más famoso de ellos fue sin dudas el llamado “Buenos
Aires”, ubicado en Córdoba 1130, con capacidad para dos mil quinientas personas
sentadas. Beloqui, “el Manco” de Villabona y Portal, entre otros tantos
jugadores, se lucieron en este renombrado escenario. Sin embargo, lo que más se
recuerda de aquel viejo frontón es que fue sede de una reunión que congregó a
cerca de doce mil personas el 13 de abril de 1890. Este acto constituyó el
prolegómeno de la denominada “Revolución del Parque” del mismo año, que provocó
la caída del entonces presidente Miguel Juárez Celman. Recordemos además que el
mencionado mitin político tuvo su antecesor francés de junio de 1789, cuando la
Asamblea Constituyente gala prestó el denominado “Juramento del Juego de Pelota”
en el frontón de Versalles.
En nuestro barrio se
encontraba el llamado Frontón Nacional, ubicado en la esquina noroeste de
Rivadavia e Hidalgo (entonces denominada Marcos Paz). El lugar que ocupaba era
cómodo y espacioso: se hallaba edificado con un frente de sesenta varas sobre
Rivadavia y otro tanto sobre Hidalgo, conformando diecisiete casas para
familias, con cuya renta se amortizarían los gastos del frontón. Por la ochava
se ingresaba al establecimiento, que contaba con 68 palcos y comodidad para
cinco mil espectadores sentados, pudiendo ser comparado en ese momento con el
Jai Alai del país Vasco. Contaba con un restaurant con piezas para servicio
especial, una montaña rusa, un departamento de baños y con un globo cautivo que
puede remontarse hasta la altura de mil quinientos metros. Por esas y otras
atracciones, el Frontón Nacional fue considerado también como uno de los
primeros parques de diversiones de la ciudad. Su primer estatuto nos dice: “Desde que el juego de pelota ha tomado
carta de ciudadanía entre nosotros, y es hoy espectáculo favorito de nuestro
público como las carreras de caballo, se imponía la erección de un local amplio
y cómodo en armonía con nuestro grado de cultura y el número siempre en aumento
de los aficionados a este nuevo y atrayente sport. El Frontón Nacional responde
ampliamente a esta doble necesidad”.
El Frontón Nacional funcionó
desde principios de 1889 y allí, como en el resto de las canchas, las
herramientas de rigor eran la cesta y la pala angosta. A veces se jugaba a mano
limpia y con pelota retobada, pero el sare y el guante aparecieron más tarde.
Otro tanto ocurrió con la paleta usada con pelota de viento que los más
tradicionalistas consideraban sólo adecuada para “juego de señoritas”. A pesar de
sus buenas intenciones, apuntemos que el espacio se brindaba a reuniones de
carácter benéfico, el Frontón Nacional declinó su actividad en los primeros
años del siglo XX, manteniéndose las casas de renta, la última de las cuales,
sobre Hidalgo, fue demolida en 1987. De todos modos, aún perdura entre muchas
familias porteñas la pasión por este deporte que se transmite de generación en
generación.
* Fuentes: “Canchas de pelotas
y reñideros de antaño” (Ricardo M. Llanes)
Revista “Caballito Regalado” N° 25 (sept./
oct. de 2007)
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