Foto: EJT |
El
presidente del club Oeste Carlos Montero se refirió al pasado y al presente de
la institución que comanda, y destacó la necesidad de reivindicar la función
social de los clubes de barrio.
Los
clubes de barrio siempre fueron lugares donde se alentó el vínculo sano entre
las personas. En esos espacios se tejieron miles de parejas y amistades
entrañables que perduraron con el tiempo. Algunos de ellos aún reúnen a los
vecinos, y los contienen en un contexto donde el individualismo gana terreno.
Un caso testigo en el barrio es el del club Oeste (ubicado en José María Moreno
446), el cual conocimos gracias a una charla que tuvimos con su presidente
Carlos Montero.
- Contame acerca de los orígenes del
club
-
Al club lo fundó un grupo de amigos del barrio, en lo que había sido la
vivienda de un aviador. Imaginate que esto en 1926 era todo un baldío… Tuvo un
momento de mucho esplendor, donde se hacían los bailes de carnaval. El
periodista Bernardo Neustadt contaba que de joven venía a bailar acá. Por el
lado de J. B. Alberdi se creó lo que fue la Casa del Jazz y la Casa del Tango,
donde venía a bailar “Ringo” Bonavena. Yo era muy chiquitito, y vivía a la
vuelta del club. ¿Y cuándo fue la primera vez que entré con mis amigos? Cuando
ayudamos a embolsar el papel picado en época de carnaval. Porque a los diez que
habíamos ayudado nos dejaron como premio entrar en los bailes, aunque sólo uno
por noche. De hecho, la mayoría de la gente salía a la calle a ver a quienes sí
podía entrar al baile. Era una cosa de locos: todo el barrio venía a ver a los
que tenían el privilegio de entrar a bailar. Y lo mismo en el lado de Alberdi,
donde había mucha gente que se paraba sobre un boulevard que había antes, a ver
entrar a los más conocidos vecinos del barrio.
- ¿De qué época estamos hablando?
-
Estamos hablando del ´50. Los clubes de barrio en general crecieron mucho en
esa década, no sólo el nuestro. Era un lugar de encuentro habitual de la gente,
se iba a pasar la vida cotidiana y social. Después la aparición del juego
espantó a los vecinos del barrio. Acá hubo un período de mezcla, en el cual
quedaban el patín y el básquet. Hasta que el juego tapó todo. En mi casa no
querían que viniera acá porque decían que era mala influencia… Hasta que en la segunda
parte de la década de los ´70 la gente se empezó a refugiar en los clubes. No
te animabas a ir a ningún lado y esos eran lugares de refugio, como las
iglesias. Y en los clubes de barrio empezaron a aparecer los jóvenes… Más tarde
arrancamos con algo que después fue un boom: el fútbol infantil. Y si bien esto
pasó en casi todos los clubes de barrio, de ahí salieron dos vertientes: los
que se han convertido en clubes donde el fútbol cubre casi todo, o los que como
nosotros tienen también otras actividades. Porque nosotros alentamos a las
distintas variantes de fútbol (competitiva y recreativa) pero además tenemos
todas las actividades deportivas y artísticas que se nos ocurran: patín,
gimnasia artística, comedia musical, artes marciales, pilates, salsa, feria...
Tenemos además el buffet y el patio cervecero, que están abiertos a todos, y
permitimos que se desarrollen actividades gratuitamente como las reuniones de
la Cofradía del TEG, entre otras.
- ¿Las familias participan en lo
organizativo?
-
Tienen que participar en todo, porque tenemos la idea de que los padres tienen
que organizar las actividades de sus hijos. Los clubes de barrio tienen que
generar el espacio para que los padres lo hagan porque no son gimnasios donde
vos tirás a tu chico y te vas. El club facilita las instalaciones para hacer
actividades como campeonatos de truco, para juntar plata para comprar por
ejemplo las remeras. Después hay chicos becados, que nadie sabe que son
becados.
-¿Qué otras actividades se desarrollan
en el club?
-
Nosotros desarrollamos todo lo que nos traen y que tenga que ver con la
filosofía del club. Nosotros insistimos con nuestra función social, y esto no
es un discurso sino un hecho. La idea es que este sea un lugar para que vengan
los vecinos del barrio, y lo logramos. Y a los pibes les creamos un lugar donde
aparecen otros valores como la amistad, la lealtad, y el compañerismo. Un
montón de cosas que hoy casi no existen…
- ¿El rol social que cumplen clubes
como este es reconocido por las autoridades? Lo pienso puntualmente por el tema
de los subsidios…
-
En principio, nosotros tenemos como criterio no pedir subsidios. Creemos que
tienen que ser para los clubes más pobres. Porque en los recorridos que hacemos
cuando competimos en fútbol o vóley vemos a los clubes pobres de verdad, en los
que si el Estado no ayuda la actividad no se puede hacer... Nuestra realidad en
cambio es otra... Además con el tema de los subsidios corrés el riesgo de que
te usen políticamente después… Y eso que de Agua nos llegó $ 26.000. De todos
modos creemos que el problema de los clubes no se resuelve con subsidios: tenés
que ayudarlos con cosas más concretas y permanentes.
- ¿Cómo te caen las grandes cadenas de
gimnasios?
-
Son un negocio, no compiten con nosotros. La gente se nos acerca por otros
motivos. Acá tratamos con personas, y no con clientes. Invitamos a los vecinos
a que se acerquen a la secretaría para informarse de nuestras actividades, y
que vean en cuál se pueden ubicar. Porque hay para todas las edades y gustos.
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