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Las mujeres protagonizaron esta huelga (Foto: www.anred.org). |
En el año 1852
nuestra futura capital tenía 76 mil pobladores de origen criollo. En 1869 era
habitada por 950.891 y en el censo de 1914 la ciudad de Buenos Aires tenía
1.576.597 personas, de las cuales 778.044 eran extranjeros. Buenos Aires tuvo
que absorber el 50 % del aporte inmigratorio. (...)
Esa enorme
cantidad de extranjeros, sin viviendas o planes sociales, fueron a domiciliarse
en los conventillos, uno de los negocios más rentables de la época. Sus propietarios
eran la imagen más elocuente de la insensibilidad social y entre sus dueños se
encontraban poderosos empresarios, o terratenientes como Anchorena o el músico
y banquero arreglador del himno nacional Don Pedro Esnaola, que eran parte de
la minoría patricia que vivía en mansiones... (...)
El 89 % de las
familias obreras vivían en una pieza, hacinados, maltratados, abonando por ese
espacio mínimo el 30 % y en muchos casos el 40% de su salario. Adrián Patroni
escribirá en 1898, que pocos son los conventillos donde se alberguen menos de
ciento cincuenta personas. Todos, a su vez, son focos de infección, verdaderos
infiernos donde los niños “más
pequeñuelos, semidesnudos y harapientos, cruzan por el patio recogiendo y
llevando a sus bocas cuanto residuo hallan a mano”.
Según Panettieri
en Buenos Aires (...) en 1904 de un total de 950.891 pobladores, 138.188 se
albergaban en las 43.873 habitaciones que componían los 22.462 conventillos
censados. En ese año se constata que más de 500 inquilinatos carecían de instalaciones
sanitarias. Los que tenían baño sólo se les permitía el uso a los adultos. Los
tatuajes de la infancia, pelota, patio y barrilete, se iban al exilio empujados
por el casero del conventillo. El Delegado de la Sección Menores de la Policía
(...) opinaba (...) que sería beneficioso solicitar que la municipalidad (...)
obligue a los encargados (...) a permitir “que
los menores jueguen en los patios de las mismas, cosa que invariablemente
prohíben”.
ALBERTO
MORLACHETTI
*Extracto de un
texto publicado originalmente en el Suplemento especial Nº 4 de la agencia de
noticias Pelota de Trapo (feb.- marzo de 2006)
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