La lucha de las mujeres fue fundamental en la guerra
gaucha. No solamente eran excelentes espías sino que algunas de ellas, como
doña Juana Azurduy de Padilla, comandaban tropas en las vanguardias de las
fuerzas patriotas. Esta maravillosa mujer había nacido en Chuquisaca el 8 de
marzo de 1781, mientras estallaba y se expandía la rebelión de Túpac Amaru. Junto
a su esposo, el comandante Manuel Asencio Padilla, defendió la zona
comprendida entre el norte de Chuquisaca y las selvas de Santa Cruz de la
Sierra. El sistema de combate y gobierno conocido como el de las
“republiquetas” consistía en la formación, en las zonas liberadas, de centros
autónomos a cargo de un jefe político- militar. Hubo 102 caudillos que
comandaron igual número de republiquetas. La crueldad de la lucha fue tal que
sólo sobrevivieron nueve. Quedaron en el camino jefes de un coraje proverbial
como Ignacio Warnes, Vicente Camargo, el cura Idelfonso Muñecas y el propio
Padilla. Juana Azurduy fue una estrecha colaboradora de Güemes y por su coraje
fue investida del grado de teniente coronel con el uso de uniforme, según un
decreto firmado por el director supremo Pueyrredón el 13 de agosto de 1816 y
que hizo efectivo el general Belgrano al entregarle el sable correspondiente.
En 1825
el libertador general Simón Bolívar,
luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la
ascendió al grado de coronel y le otorgó una pensión. Acto seguido, le
comentó al mariscal Antonio José de
Sucre: “este país no debería
llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los
que lo hicieron libre”.
|
ALEZ SZARAZGAT
Fuente
consultada: “Los mitos de la historia argentina II” (Felipe Pigna)
www.elhistoriador.com.ar
Comentarios