“Uno no
sale de su asombro, pero el electorado dio su veredicto. Y se pronunció a favor
de un supuesto “empresario exitoso” para representar la voluntad popular. No
nos detendremos en ningún prontuario, se nos acusará de “atacar” a un inocente.
Pero cuesta creer este escenario político después del descalabro de los años
noventa y la posterior reacción popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 (¿qué
fue de aquel “piquete y cacerola, la lucha es una sola”?). No nos cierra por
ningún lado, pero es la realidad: la lógica de los grandes mercaderes se
impuso, otra vez, en la mente de gran parte de los porteños”. Así encabezábamos
el editorial Nº 23 de nuestra publicación, correspondiente a mayo-junio de 2007, luego del triunfo de Mauricio Macri en el
ballotage por la Jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Hoy podríamos agregar que esa lógica se impuso también en la cabeza de muchos
otros compatriotas. Y que la fuerza política que la encarna, con ropajes
posmodernos y aires de libros de autoayuda, supo capitalizar los errores del gobierno
saliente que fue víctima de sus propias limitaciones. Que pese a su discurso,
no supo ni quiso empoderar a sus bases para avanzar en cambios estructurales. Y
que sólo se propuso consolidar un “capitalismo serio”. Así las cosas, nosotros seguiremos
haciendo periodismo cuestionando la lógica de lo existente, y proyectando la
sociedad que queremos construir. A contracorriente de la mayoría de los medios,
por elección propia. Porque recordemos también que la locura, como decía Albert
Einstein, consiste en seguir actuando de la misma manera y esperar resultados
diferentes.
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