Foto: E.J.T. |
El músico Fernando Dhaini, uno de los
hacedores del espacio cultural “Estación de los Deseos”, destaca la importancia
de que existan lugares de encuentro entre las personas.
Los trenes siempre inspiraron a las
personas. No sólo a quienes deseaban trasladarse, aunque más no fuera
imaginariamente, a otros sitios desconocidos. Sino también a los que a su paso
intuían un abrazo sentido, un encuentro frustrado, o simplemente aquel “misterio de adiós que siembra el tren”
del que habla el tango. En la playa de cargas de Caballito existe un lugar que
condensa estos sentimientos que se potencian gracias al encuentro cotidiano de
cientos de personas que hacen cultura. La no oficial, la que en vano quieren
clausurar los inescrupulosos de siempre. Ese lugar es la “Estación de los
Deseos”, que queda en Bacacay 1608,
a doscientos metros de Donato Álvarez. Allí hablamos con
el músico Fernando Dhaini, quien sostiene el lugar junto a otros vecinos del
barrio.
- ¿Cómo surgió “La
Estación de los Deseos”?
- Este lugar fue recuperado por vecinos,
gente de la cultura y la asamblea vecinal de Avellaneda y Donato Álvarez (que
después decidió no participar) allá por 2002. Estaba en condiciones caóticas, y
tardemos un año y medio sólo en limpiar el lugar. Pero así y todo presentamos
un proyecto, empezamos a funcionar con una autorización de uso, y tiempo
después el Congreso nacional y la Legislatura porteña nos declararon sitio de
interés.
- ¿Qué funcionaba antes en este lugar?
- En este galpón se cargaba el catering
para los trenes de larga distancia. De todos modos, existen distintos espacios
de interés en estas veinte hectáreas que nosotros entendemos que forman parte
de un conjunto. Por ejemplo está el “Patio de los Lecheros” (que ahora está
cerrado siempre con candado pero que mantiene un cartel que dice “Espacio recuperado para el uso de los
vecinos”), que era el lugar donde antiguamente iban los trenes lecheros.
También se conserva la casa de Norberto de la Riestra, quien perteneció
al primer directorio del Ferrocarril Oeste, el tanque de agua, la balanza de
cargas y los galpones ferroviarios Todo pertenece a un conjunto que hay
preservar por su valor patrimonial, arquitectónico, social y cultural. Era un
lugar que había que recuperar, pero que ahora hay que defender porque está en
riesgo.
- ¿Cuál es concretamente el riesgo que corre ahora?
- Lo pone en riesgo la posibilidad de que
construyan un shopping acá a dos cuadras. Pero nosotros decimos que nada bueno
puede construirse sobre la destrucción de la memoria colectiva del barrio. Por
otro lado, nosotros que somos vecinos de la zona, sabemos que con el shopping
esto explota. Creemos que este espacio tiene que ser público, cultural, verde,
e identitario, y que tiene que considerarse como un conjunto indivisible. No
pueden dejar en pie a la casa de De la Riestra y ponerle un shopping al lado. Eso sumaría
mayor caos a esta parte de la ciudad. Por eso nosotros seguimos esta lucha con
otras organizaciones del barrio, e invitamos a los vecinos a que se sumen a
ella. Porque tenemos un espacio que es la playa de cargas de Caballito, que
tiene un valor histórico e identitario, que vale la pena que defendamos juntos.
Es uno de los pocos espacios verdes que nos quedan en el barrio y en la ciudad,
y si no lo cuidamos entre todos las torres nos van a aplastar a todos. Pero
fundamentalmente los invitamos a que conozcan la “Estación de los Deseos”, que
es un espacio de incubación de actividades artísticas, culturales y sociales.
Acá están casi todas las disciplinas artísticas representadas, pasando por la
danza, la música, las artes plásticas, y demás. Tenemos incluso una biblioteca
popular y un estudio de grabación y masterización digital de audio…
- ¿Por qué este lugar lleva el nombre que tiene?
- Porque esto tiene que ver con el tren: es
un andén y tiene las características de una estación. Y porque los deseos son
siempre motorizadores de acciones, a diferencia de los sueños, que son sólo
sueños. Y las acciones hacen que este espacio que estaba completamente derruído
y abandonado sea hoy un espacio donde pasa muchísima gente, que disfruta del
encuentro, y que trabaja para que lo que sucede aquí se replique en otros
lugares de Buenos Aires.
Foto: E.J.T. |
- ¿Por qué participan del espacio “La Cultura no se clausura”?
- Porque creemos que existe la necesidad de
hacer visible la problemática de las clausuras a centros culturales
autogestivos. En este momento está invertido el poder de la prueba, porque el
Estado tendrían que facilitar la cuestión para que estos espacios existan, y no
nosotros aceptar imposiciones administrativas como si fuéramos espacios comerciales.
Ellos están en falta y no nosotros, y si esto sigue así tenemos que entender
que estamos ante una forma novedosa de censura. Entendemos que tiene que haber
una legislación que apoye, fomente y difunda estos espacios. El gobierno tiene
que dar la entrevista que se le pidió, porque para algo son gobierno. De alguna
manera tienen que responder a las necesidades de la gente.
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