La poesía nace ahí,
justo donde brota la angustia, el vacío.
Donde tendemos a dialogar dulcemente con el
silencio.
Ese es su nacimiento, la nada se abraza con el
infinito
y las palabras son inservibles.
La oscuridad toma el brillo de los ojos
y los apaga.
La poesía surge,
se abren hojas blancas y las golpeamos
desesperadamente
hasta que sangren en tintas.
De ahí en más sólo queda en manos del poeta,
qué hacer con ella,
qué destino darle.
Yo elijo publicar, exponer, concluir…
No cerrar,
yo elijo,
intentar sacudir sus cuerpos.
JUAN
MANUEL PETITTO TÉVEZ
Comentarios