Nuestro país sufre la embestida de empresas transnacionales que, junto a la negligencia y/o connivencia gubernamental, depredan y saquean nuestro ambiente. Sin embargo, la pelea de pueblos como Gualeguaychú, Cafayate y Famatina demuestra que no todo está perdido. Más aún, alienta a todos a pelear por la defensa de los bienes comunes, para que nuestros hijos puedan ejercer su derecho a un ambiente sano.
En la provincia de Mendoza, un grupo cada vez más numeroso de personas comparte estas preocupaciones y se organiza en asamblea. El proyecto San Jorge, próximo a la localidad de Uspallata, y Potasio Río Colorado, en el extremo sur de la provincia, son los emprendimientos mineros más polémicos de la zona. Ambos afectarían a millones contaminando el ambiente y el agua, además de malgastar energía, para generar apenas 800 empleos directos e ingresos irrisorios al fisco.
Quien conoce del tema en cuestión por su militancia ciudadana y su formación científica es Marcelo Giraud, profesor licenciado en Geografía perteneciente a
- ¿Cuáles son las problemáticas ambientales que tienen en Mendoza?
- Específicamente lo nuestro es evitar el avance de los proyectos mineros. Uno de ellos, Potasio Río Colorado, ya cuenta con la declaración de impacto ambiental. Con este tema venimos trabajando hace ya casi dos años, oponiéndonos desde la calle y sobre todo desde la coordinación con otros grupos, ONG´s de otras provincias y hasta con organismos del propio estado nacional. Es fundamental que logremos evitar que les otorguen el permiso a consumir el volumen estrafalario de gas que necesitan para funcionar. El otro tema que por estos días viene ocupando a las asambleas mendocinas es el proyecto San Jorge, de explotación de cobre y oro, a
- ¿Qué particularidad tiene el proyecto Potasio Río Colorado?
- Este proyecto es único porque, al contrario de otras explotaciones mineras que son metalíferas, supone una minería por disolución. Las sales de cloruro de potasio que se pretende extraer se encuentran a una profundidad de 1.200 mts. Así que aquí no tendríamos minería a cielo abierto, la cual deja terribles hoyos como el de Bajo
- ¿Qué uso se le daría al cloruro de potasio?
- Se exportaría casi en su totalidad a Brasil para fertilizar suelos, principalmente para cultivos de soja y secundariamente de caña de azúcar. De este modo se estaría contribuyendo de algún modo al avance de la deforestación del Amazonas. O sea que no estamos en un proceso de extraer cloruro de potasio para fertilizar los suelos de
- ¿Cuál sería el riesgo de contaminación?
- El riesgo principal es que parte de esa sal residual vaya a parar al río Colorado, porque el impacto atmosférico (por las emisiones de dióxido de carbono) es más difuso. Dicho riesgo, sin embargo, se redujo considerablemente por el accionar de las asambleas mendocinas y otros actores sociales, que lograron que el proyecto prevea desplazar la sal a una distancia considerable del río Colorado. Creo que es una derrota y un triunfo al mismo tiempo porque de no haber sido por la presión ciudadana el proyecto hubiese avanzado tal cual estaba planteado. Pero lo cierto es que avanzó, aunque con modificaciones. Porque la empresa Río Tinto, que luego vendió el proyecto Potasio Río Colorado a la brasileña Vale Rio Doce, nunca hubiese presentado un plan B, que le sale bastante más caro, de no ser por el acción coordinado de muchísima gente. De todos modos, como decía, es un triunfo que nos deja con un terrible sabor amargo. Esa gigantesca pila de sal de 200 has. y de 50 mts. de altura seguiría estando ahí a perpetuidad, como un bodoque en el extremo sur de Mendoza. Cada año la empresa sumaría a esa pila 3 millones de toneladas de cloruro de sodio, lo cual es el triple de lo que consumimos los argentinos para todo tipo de uso. No a
- ¿O sea que ya está dicha la última palabra?
- De ninguna manera, porque les falta el permiso del gas. Antes de empezar las operaciones la empresa tiene que presentar la factibilidad del gas y la energía eléctrica que todavía no tiene. Están tramitando la de la electricidad, pero no la del gas. Así que eso lo vamos a pelear a fondo.
- ¿Y eso qué significa?
- Significa que tienen dificultad para justificar el desmedido gasto de gas que proyectan hacer. Tenemos para sólo ocho años más de reservas probadas. Si hoy no se descubren fehacientemente yacimientos nuevos de gas, dentro de ocho tendremos que comprar todo el gas que usemos salvo que repensemos la forma en que nos proveemos de energía. Y el gas de acá, como lo estamos pagando a precios internos, es bastante más barato respecto a los precios internacionales. Cuanto más pronto se nos acabe el gas a los argentinos, que es nuestro y no de Repsol ni de Potasio Río Colorado, vamos a tener que depender cada vez más de gas importado que siempre tenderá a ser más caro. Entonces está claro que no tiene sentido proveerle tanto gas a Potasio Río Colorado para que emplee tan poca gente, para un producto que tiene muy poca relación con la demanda argentina, porque se exportaría casi todo a Brasil, y malgastar así uno de los mejores yacimientos de potasio que tenemos, que podría durar por siglos con una explotación a ritmo lento para satisfacer la demanda local. Todo lo contrario, la idea aquí sería exportar sales de potasio para incentivar el monocultivo de soja en Brasil. A través de una empresa extranjera que se quedaría con toda la ganancia, generándole escasísimos ingresos al fisco mendocino… No le encontramos la justificación de entregarles nuestro gas.
- ¿De qué cantidades estamos hablando?
- Si ese gas se transformara en energía eléctrica en una central térmica, equivaldría al 83 % de la generación de Atucha I, o al 44 % de la generación del Dique “El Chocón”, o a la facturación eléctrica total de toda la provincia de Tucumán. El gobierno salió a decir que le generaría a la provincia 40 millones de dólares en regalías al año más ese fondo especial que se crearía para controlar y demás. Pero en comparación a lo que facturaría la empresa, esas serían apenas las migajas de los 1.450 millones de dólares de utilidades por año al precio actual. Se trata indudablemente de un saqueo que va a incidir a todos los argentinos. Si hubiese diez proyectos de este tipo implicaría un descalabro en la matriz energética argentina. Pensemos en el tarifazo, en las garrafas a precios altísimos…
- ¿Cómo fueron desarrollándose las resistencias a todo esto?
- Los potenciales afectados río abajo fueron los primeros que motorizaron la resistencia al proyecto, junto a un agente institucional como el Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (COIRCO). Creo que eso fue muy interesante porque puso en valor toda esta cuestión. No existe una visión integral del proyecto que evalúe su interés estratégico para el país. La empresa apuesta a lograr pequeños permisos parciales, avanza de a puchitos. Y la gente que expide esos permisos no entiende al ecosistema como un todo. Pero el pueblo tiene una mejor percepción de este tipo de realidades.
- ¿Es posible vivir sin extraer metales?
- Si hubiera una necesidad legítima podríamos discutirlo, hacer pequeñas explotaciones a largo plazo, pero no en estos términos en los que se nos plantea la cuestión. No tiene sentido que por cada gramo de oro se utilice el equivalente a 26 mil dosis letales de cianuro, cuatro toneladas de roca y
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